GEMA LENDOIRO
Perder la paciencia y elevar la voz a los
hijos no es siempre la fórmula más adecuada para conseguir que nos obedezcan
Gritar es una costumbre muy fea. Cualquiera lo sabe y
procura no hacerlo. Pero a veces no bastan las buenas intenciones. Quién tiene
hijos pequeños sabe bien que las travesuras, rabietas y andanzas de los
pequeños de la casa sacan la impaciencia del más tranquilo. Muchos padres y
madres se encuentran a menudo «dando voces» y saben que ni es lo adecuado ni
es lo que funciona, al menos a la larga.
Y es que la teoría, como casi en todo, es mucho más
sencilla que la
práctica. Llegar tarde al trabajo y lidiar con un enano en
plenos terribles dos años que en el último momento tira el colacao y hay que
cambiarlo de ropa puede desquiciar al mismo Job. ¿Qué hacer para no gritar a
nuestros hijos? ¿Por qué no debemos hacerlo? Como siempre hemos
pedido ayuda al experto y nos contesta cómo
proceder. O al menos darnos unas pautas.
Ana Arroyo Urtasun es psicóloga en el Centro de
Investigaciones y Terapia de Conducta en el prestigioso centro Cinteco.
—¿Por qué motivo no se debe gritar a los niños?
—Cuando vamos a llevar a cabo una conducta es importante
detenernos a pensar las consecuencias que la misma va a provocar. Antes de
nada, debemos tener en cuenta que los adultos somos modelo de actuación para los niños y que tanto nuestras acciones adecuadas como las
inadecuadas van a ser aprendidas por ellos, por lo que se recomienda
reflexionar sobre los «modelos de comunicación y resolución de conflictos» que
les queremos transmitir. ¿Queremos que nuestros “pequeños” aprendan a hablar a
gritos como estrategia para conseguir lo que quieren?
—¿Cuáles son las principales consecuencias negativas de
gritarles?
—La conducta de gritar puede ser en ocasiones muy
reforzante para los padres o profesores porque perciben que cuando elevan la
voz su hijo o alumno les obedece. A corto plazo esta estrategia a veces resulta
útil y por ello continúan utilizándola, sin embargo, con el tiempo los gritos generan una «tolerancia» en el
niño y dejan de ser efectivos (se acostumbran a ellos), lo que
provoca que cada vez el tono de voz para que respondan tenga que ser más
elevado.
Otra consecuencia negativa sería la que ya hemos nombrado.
El grito se convierte en un modelo de comunicación. Los niños aprenden que si quieren ser escuchados deben gritar. Recuerdo una escena que viví una vez en que un hijo llamó
a su madre gritando «MAMAAAA, MAMAAA», la madre le respondió «¡así no se
habla!» y el niño le replicó «así es como tú me llamas a mí». La madre no supo
qué replicar.
Este ejemplo nos refleja como los niños lo imitan todo, y
si queremos inculcar algo, debemos predicar con el ejemplo.
Otra motivo por el que el uso abusivo del grito es
inadecuado es que el grito deja de ser el reflejo del enfado. Si a un niño su
padre o madre le suele hablar en un todo bajo y un día le grita, el niño aprende que eso que está
haciendo le enfada a su padre/madre o que ese día él o ella está enfadada por
algo y es importante que actúe rápido. Si por el contrario el grito es lo
habitual, el niño no discrimina el enfadohasta que el volumen de la voz paterna no llega a un nivel
altísimo. Esto generará desgaste en el padre y pérdida del criterio de realidad
por parte del niño.
—Mucha gente cree que si no se levanta la voz no se
consigue que te tengan respeto, ¿qué opinas?
El respeto nada tiene que ver con los gritos. Respetar
significa tener a la otra persona en consideración, lo que lleva implícito el
hecho de ser escuchado. Creo que esta falsa creencia refleja una realidad que
algunas personas viven y que hace referencia a su propia experiencia de que si
no gritan no son escuchados. Es verdad que el grito llama la atención y es un
signo de enfado, ante el cual los niños suelen reaccionar, pero como ya he
explicado, el niño acabará acostumbrándose a él y el padre no sabrá ya como
imponer su respeto.
Existen otros modos de comunicar seriedad y severidad más
útil y menos desgastantes. Si analizamos el canal a través del cual queremos
que le llegue la información al niño, veremos que el grito llega por el canal
auditivo, pero el niño está tan acostumbrado a él que es posible que escuche las palabras como ruido. Además, si está inmerso en alguna tarea que requiere
concentración (ej: jugando a la consola), es posible que ni lo escuche. Por el
contrario, hay otros canales con el que el niño puede salir de ese
ensimismamiento, el táctil (tocarle el hombro), y el visual (contacto ocular).
Si está concentrado y le tocamos el hombro se dará cuenta de que estamos ahí,
una vez que esto ocurre tomará contacto visual y en ese momento estará
preparado para escucharnos. Además si nuestra cara y gestos reflejan seriedad,
comprenderá la importancia de responder a lo que le están comunicando.
—¿Cómo se consigue ser asertivo con los niños?
Para comunicarnos con los niños de un modo asertivo (ni
sumiso ni agresivo), es necesario seguir los siguientes pasos:
•Acercarnos a hablarle siempre desde una distancia corta (no de una habitación a otra).
•Asegurarnos de que sabe que le estamos hablando. Para ello
establecercontacto ocular.
•Hablar con voz calmada y firme. Utilizar un tono bajo e ir
haciendo pausas para marcar la importancia de las palabras. Ej: ve..a recoger…todos.. los… juguetes… que…están.. en… la…
habitación.. ahora mismo.
El lenguaje que utilicemos debe ser sencillo
y directo, sin preguntas ni
sarcasmos (evitar utilizar frases del tipo: ¿te parece bonito cómo has dejado
la habitación?, o ¿puedes ir a recoger la habitación?)
•El niño debe saber que si no se hace lo que se le pide
habrá unaconsecuencia. Por ello siempre que le pidamos algo debemos
asegurarnos de que lo cumple o de que se aplica la consecuencia. Si
por desgaste dejamos de insistir o le hacemos nosotros las cosas, el niño
aprenderá a ignorar.
—¿Cuáles son las edades en las que suelen comprender que mamá
está enfadada?
—En torno a los 9 meses los niños ya comprenden que existenemociones
positivas y negativas. Cuando algo les llama la atención se giran a mirar
la cara de sus padres, buscan a través de su expresión facial información para
guiar su acción (ej: si oigo un ruido miro a mamá para tranquilizarme o
llorar).
No comprenden las causas que provocan el enfado pero saben
que tras esa emoción (cara seria y tono firme) hay una consecuencia negativa.
Los niños pequeños buscan por todos los medios el afecto de
sus progenitores y es la falta del mismo lo que les va a hacer comprender que
lo que han hecho no le gusta a mamá o a papá.
A estas edades tempranas el niño aprende a través de
consecuencias, y no tanto de palabras, por lo que no sirve de nada darles
largas charlas. Para lograr que respondan según nuestros deseos es importante aumentar la dirección ej: si mi hijo va a tocar el enchufe cogeré su mano y la
apartaré a la vez que con cara seria le diré «NO».
A partir de los 3 años la comprensión del mundo emocional
de los niños se va haciendo más compleja y ya son capaces de atribuir causalidad a las emociones básicas (si ven a su madre enfadada pueden anticipar que es porque
ha pegado a su hermano). Comprenden qué acciones generan enfado en sus padres
por lo que pueden anticipar las consecuencias de las mismas.
—¿Cuáles son las frases que sí se pueden decir y cuáles son
las que no?
Frases que se pueden decir:
•En positivo: «Haz la cama»,
«Cuando termines recoge los juguetes».
•En negativo: «No
me gusta que mientas»,
«No te dejo que juegues a la consola entre semana»
Frases que no se pueden decir:
•En positivo: «¿por qué no haces la cama?»
«¿Te parece bonito dejar todo tirado?»
•En negativo: «Eres malo»
«Ya no te quiero»
Y si alguna vez olvidamos estas precisas pautas y normas no hay que dramatizar. Es bueno que los padres pidan disculpas a los hijos explicando que eso no
se debe hacer y que sienten haber usado los gritos. Los niños también aprenden
con el ejemplo que es bueno decir lo siento y pedir una nueva oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario