jueves, 29 de agosto de 2013

Vuelta a la rutina


El síndrome postvacacional, se puede definir como el estado que se produce en el trabajador al fracasar el proceso de adaptación entre un periodo de vacaciones y de ocio con la vuelta a la vida activa, produciendo molestias que nos hacen responder a nuestras actividades rutinarias con un menor rendimiento.

Tambien es conocido como como estrés o depresión postvacacional, es un concepto que se refiere a la ansiedad o presión emocional que debemos afrontar al readaptarnos a las tareas laborales después de un período vacacional. No se puede considerar como una enfermedad sino como un proceso adaptativo a la vida laboral después de las vacaciones que, para algunas personas, puede resultar difícil.

Este síndrome hace referencia a un estado de malestar genérico, con síntomas tanto psíquicos como físicos, afectando principalmente a personas jóvenes, menores de 45 años. También estos síntomas pueden aparecer en niños ocasionados por la vuelta al colegio, después de las largas vacaciones de verano, aunque en ellos es menos frecuente sobre todo si el niño se encuentra a gusto en el colegio.

Síntomas:
El síndrome postvacacional, puede presentarse de diversas formas: Síntomas físicos como cansancio generalizado, fatiga, falta de sueño, dolores musculares, falta de apetito o de concentración … Síntomas psíquicos como irritabilidad, tristeza, falta de interés o nerviosismo…

Muy pocos casos de estrés postvacacional precisan de un abordaje profesional, ya sea médico o psicológico. Para superar las molestias derivadas de esta mala adaptación al cambio de vida desde las vacaciones a la vida laboral, se recomienda seguir algunas pautas, cuando sea posible:

Consejos:
  • Empezar de manera gradual con la intensidad del trabajo, de menos a más intensidad, siempre intentando comenzar por las tareas más gratas.
  • Aprovechar los tiempos de descansos o de la comida para volver a alguna actividad agradable, para las relaciones sociales o familiares.
  • Dormir adecuadamente, alrededor de las ocho horas.
  • Mantener horarios regulares tanto durante el día como en las horas de acostarse y levantarse.
  • No “llevarse trabajo a casa”, dejar en el trabajo lo concerniente a éste.
  • Seleccionar aquellas actividades que podemos llevar a cabo, y delegar aquellas para las que no estamos tan preparados.
  • Mantener una actitud realista y proactiva, sin sopesar una y otra vez, de manera repetitiva y poco productiva, todas las alternativas a las cuestiones planteadas.
  • Plantear los problemas laborales del modo más simple y esencial posible, prescindiendo de los detalles y sopesando la esencia para encontrar las soluciones.
  • Halagar el trabajo bien hecho de las personas a nuestro alrededor y corregir las conductas inapropiadas o negativas en cuanto surjan de modo sutil pero firme.
  • Practicar la relajación en intervalos regulares, eliminar pensamientos erróneos o ideas irracionales que puedan darnos ansiedad.


Resumiendo:  …..MEJOR PREVENIR……
Para que el estrés postvacacional no aparezca, pueden llevarse a cabo algunas conductas que tienden a limitar su aparición, como:


·     Programar el regreso a casa de manera anticipada y relajada.
·     No volver de las vacaciones justo el día anterior a la vuelta al trabajo, sino que es recomendable volver un par de días antes, para prepararnos física y mentalmente para el retorno a la actividad laboral.
·     Al llegar al trabajo, no empezar la actividad de modo brusco e intenso, sino que es beneficioso permitirse un tiempo para compartir las experiencias vacacionales con los compañeros y compañeras y así crear un buen ambiente de inicio laboral;
·     Mantener reuniones relajadas de inicio de ciclo, para definir y detallar los objetivos para el período que se inicia, los medios y las expectativas del equipo.


¿Existe realmente?


No existe consenso en la sociedad científica sobre la definición exacta o la existencia real de este “síndrome postvacacional”, pero se considera que es producto de que en gran parte de nuestro entorno el trabajo se tiene por una actividad negativa, obligada y sacrificada; en las sociedades en que se considera el trabajo como algo creativo, con sentido por sí mismo y digno para el ser humano, el estrés postvacacional prácticamente no existe.


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Fuentes:
wikipedia,  mapfre.com

viernes, 23 de agosto de 2013

Introversión


Las personas introvertidas, son vistas como tímidas, un poco raras y que cuesta adivinar lo que están pensando. Aquellas que en nuestra cultura extravertida, asertiva y buena para socializar -rasgos cruciales para tener éxito- produce incomodidad; y en algunos, incluso, inquietud, ya que el introvertido es un misterio, alguien difícil de conocer. Justamente, el estereotipo que los estudios recientes desmienten, ya que este rasgo de personalidad no corresponde a gente que no sabe relacionarse o tomar resoluciones. Por el contrario, procesan internamente muy bien sus emociones, pensamientos y observaciones, es decir, piensan bien antes de actuar. Esto les da muchas ventajas, ya que son personas que se conocen mejor a sí mismas, saben bien lo que necesitan y esto les permite cosechar más logros en su vida. Algo muy necesario en un mundo en que, según los test de personalidad, están en desventaja de uno a tres…
Las personas introvertidas no son antisociales, de hecho disfrutan de las relaciones sociales pero de un modo distinto a los extrovertidos, habitualmente prefieren relacionarse con otras personas uno-a-uno en vez de en grandes grupos de personas, que les aturden y les hacen sentir incómodos.
¿Ser introvertido puede tener ventajas? Sí, al igual que la extroversión, la introversión también tiene sus aspectos positivos. Algunos de ellos serían:
  • Suelen ser personas más creativas.
  • Escuchan más a las personas con las que hablan.
  • Tienen una vida interior más rica: no necesitan tanta estimulación externa para sentirse bien.
  • Son más prudentes y reflexivos.
  • Incurren en menos conductas de riesgo.
  • Son más sensibles, introspectivos, calmados y modestos.

10 mitos sobre los introvertidos

Los introvertidos son personas muy sensibles a la dopamina, por lo que una sobredosis de estimulación externa les agota. Por el contrario, los extrovertidos no pueden obtener suficiente dopamina por lo que necesitan adrenalina para que su cerebro la produzca. Los extrovertidos también tienen un recorrido más corto y menos flujo de sangre al cerebro. Los mensajes de un sistema nervioso en un extrovertido pasan por alto el área de Broca en el lóbulo frontal, que es donde una gran parte de la contemplación se lleva a cabo.

Un 25% de la población es introvertida, y en la sociedad actual están en desventaja.
Aquí están algunas ideas falsas comunes sobre las personas introvertidas:
§                     Mito 1 – A los introvertidos no les gusta hablar.
Esto no es cierto. Los introvertidos simplemente no hablan a menos que tengan algo que decir. Odian hablar por hablar. Dale a un introvertido algo de que hablar que le interesa, y no se callará durante varios días.
§                     Mito 2 – Los introvertidos son tímidos.
La timidez no tiene nada que ver con ser introvertido. Los introvertidos no tienen necesariamente miedo de la gente. Lo que necesitan es una razón para interactuar. No interactúan porque sí. Si deseas hablar con un introvertido, siemplemente empieza a hablar. No te preocupes por ser educado.
§                     Mito 3 – Los introvertidos son groseros.
Los introvertidos a menudo no ven una razón para andarse por las ramas con bromas sociales. Ellos quieren que todos sean sólo reales y honestos. Por desgracia, esto no es aceptable en la mayoría de ocasiones, por lo que los introvertidos pueden sentir una gran presión para adaptarse, que la encuentran agotadora.
§                     Mito 4 – A los introvertidos no les gusta la gente.
Por el contrario, los introvertidos valoran intensamente los pocos amigos que tienen. Ellos pueden contar sus amigos más cercanos con los dedos de una mano. Si tienes la suerte de que una persona introvertida te considere un amigo, es probable que tengas un aliado leal de por vida. Una vez que te has ganado su respeto por ser una persona con sustancia, estás adentro
§                     Mito 5 – A los introvertidos no les gusta salir en público.
Tonterías. A los introvertidos no les gusta salir en público todo el tiempo. También les gusta evitar las complicaciones de estar involucrados en actividades públicas. Analizan los datos y experiencias muy rápidamente, y por lo tanto, no necesitan estar allí por mucho tiempo para “enterarse de cómo van las cosas.” Ellos están listos para irse a su casa, recargarse, y procesar todo. De hecho, la recarga es absolutamente crucial para los introvertidos.
§                     Mito 6 – Los introvertidos siempre quieren estar solo.
Los introvertidos se sienten perfectamente cómodos con sus propios pensamientos. Ellos piensan mucho. Sueñan despiertos. Les gusta tener problemas para trabajar, puzzles para resolver. Pero también se pueden sentir muy solos si no tienen a nadie con quien compartir sus descubrimientos. Quieren una conexión auténtica y sincera con una persona a la vez.
§                     Mito 7 – Los introvertidos son extraños.
Los introvertidos suelen ser individualistas. No siguen a la multitud. Prefieren ser valorados por sus formas de vida propias. Ellos piensan por sí mismos y por eso, a menudo desafían las normas. No toman la mayoría de las decisiones sobre la base de lo que es popular o está de moda.
§                     Mito 8 – Los introvertidos son nerds distantes.
Los introvertidos son personas que miran todo hacia adentro, prestando especial atención a sus pensamientos y emociones. No es que sean incapaces de prestar atención a lo que sucede a su alrededor, es sólo que su mundo interior es mucho más estimulante y gratificante para ellos.
§                     Mito 9 – Los introvertidos no saben cómo relajarse y divertirse.
Los introvertidos suelen relajarse en casa o en la naturaleza, no en lugares públicos ocupados. Los introvertidos no son buscadores de emoción y adictos a la adrenalina. Si hay demasiado ruido y gente hablando, se cierran. Sus cerebros son muy sensibles a un neurotransmisor llamado dopamina. Los introvertidos y extrovertidos tienen diferentes vías neurológicas dominantes.
§                     Mito 10 – Los introvertidos pueden arreglarse a ellos mismos y convertirse en extrovertidos.
Un mundo sin introvertidos sería un mundo con pocos científicos, músicos, artistas, poetas, cineastas, médicos, matemáticos, escritores y filósofos. Dicho esto, todavía hay un montón de técnicas que los extrovertidos pueden aprender con el fin de interactuar con los introvertidos. (Sí, invierte estos dos términos con el propósito de mostrar cómo nuestra sociedad está sesgada.) Los introvertidos no pueden “arreglarse” y merecen el respeto por su temperamento natural y sus contribuciones a la raza humana. De hecho, un estudio (Silverman, 1986) mostró que el porcentaje de introvertidos aumenta con el CI.

¿23 signos inconfundibles de una persona introvertida?

Los introvertidos tienen conductas muy específicas que los distinguen al mismo tiempo que, paradójicamente, parecen volverlos incomprensibles; aquí algunos ejemplos de estas.
La dualidad introversión/extroversión ha sido una de las más recurrentes en las exploraciones de la psique humana, acaso porque se consideran polos opuestos e irreconciliables, dos extremos mutuamente incomprensibles que, sin embargo, no existen de manera pura en el mundo: todos tenemos algo de cada uno, a pesar del bando hacia el cual nos inclinemos.
A continuación aparecen los 23 signos que distinguen inconfundiblemente a una persona introvertida, al menos según la consideración de Sophia Dembling y Laurie Helgoe, autoras de sendos libros en torno al asunto.
Porque, curiosamente, esa pretendida extravagancia de los introvertidos los cubre de un halo que los hace parecer incomprendidos sociales.

1. Las conversaciones banales les parecen incómodas
A los introvertidos esas conversaciones sobre el clima, el partido de fútbol de la noche anterior, el temblor de hace unas horas, les incomodan, dice Laurie Helgoe, no porque “les disgusten las personas, sino porque odiamos las barreras que crean entre las personas”.
2. Van a fiestas, pero no para conocer personas
Para los introvertidos, una fiesta es más una ocasión de encontrarse entre quienes conocen y sentirse a gusto con ellas, que una oportunidad para conocer a nuevas personas.
3. Usualmente se sienten solos en una multitud
A pesar de lo contradictorio que pueda parecer, es usual que una persona introvertida se sienta sola en medio de muchas personas.
4. La autopromoción les hace sentirse falsos
Esas conversaciones que tienen por objetivo autopromocionar el quehacer profesional adolecen de autenticidad, por lo cual prefieren no tenerlas.
5. “Intensos” es un calificativo usual
“A los introvertidos les gusta saltar hacia lo profundo”, dice Sophia Dembling en alusión a las pláticas sobre el sentido de la vida, la naturaleza del amor, la pertinencia del gobierno establecido o cualquier otro asunto sobre el cual los introvertidos encuentran especial interés en hablar, con pasión, al respecto.
6. Se distraen fácilmente (o eso parece)
La distracción de los introvertidos es consecuencia de capacidad para aburrirse fácilmente en ambientes donde los estímulos, consideran, son excesivos.
7. El ocio no se cree improductivo
Una tarde a solas, transcurrida con nada más que una bebida y, digamos, una serie de televisión, no se considera entre los introvertidos un tiempo malgastado, por el contrario, se ve como una necesidad para juntar energía para volver a salir al mundo.
8. Hablar ante 500 personas es más fácil que hacerlo con una sola
No es raro que personas públicas o que detentan algún tipo de liderazgo sean también introvertidas. Curiosamente, para ellas es menos angustiante hablar ante grandes audiencias que establecer una conversación con una sola.
9. Cuando usan el transporte público, toman los últimos asientos
“Nos gusta sentarnos en los lugares desde donde podamos salir cuando estemos listos —fácilmente”, escribe Dembling.
10. Comienzan a decaer después de haber estado activos por mucho tiempo
Para los introvertidos la energía vital es cosa seria, y al parecer incurren en comportamientos que revelan un alto grado de preocupación por conservarla. Así, después de pasar un buen tiempo activos, activan una dinámica que los hace decaer anímicamente.
11. Establecen relaciones con personas extrovertidas
La pareja introvertido-extrovertido puede funcionar porque los extrovertidos obligan a los primeros a divertirse y no tomarse a sí mismos tan en serio.
12. Prefieren ser expertos en algo que encontrarse en muchas cosas a la vez
De acuerdo con una investigación Marti Olsen Laney, los patrones mentales preferidos por los introvertidos los hace enfocarse en una sola cosa, a la cual se dedican, dejando voluntariamente otras en las que también podrían intervenir.
13. Conscientemente se evitan espectáculos que requieran de la participación del público
Nada más terrorífico.
14. Ignoran llamadas telefónicas, incluso de amigos
El teléfono móvil suena, se mira de quién proviene la llamada y, al final, se elige ignorar la llamada, al menos hasta que se esté verdaderamente preparado para hablar.
15. Te das cuenta de detalles que otras personas no
Si los introvertidos se sienten superados por los muchos estímulos se debe en parte a que tienen especial habilidad para detenerse en los detalles y notar cosas que a otros se les escapa.
16. El monólogo interior no cesa
Los introvertidos piensan más de lo que dicen, y quizá por eso necesitan pensar bien antes de poder decir algo.
17. Padecen hipotensión
Una investigación de la Universidad Médica de Shiga, en Japón, encontró una relación entre la introversión y una tendencia a padecer presión sanguínea baja.
18. Se les califica de viejos, aun en su juventud
La inclinación al pensamiento analítico y reflexivo puede crear cierta impresión de sabiduría en torno a un introvertido, lo cual a su vez puede hacer parecer con más edad de la que en verdad tienen.
19. La recompensa no está en el entorno
Un experimento realizado por neurobiólogos de la Universidad de Cornell encontró que el centro de recompensa del cerebro responde de manera distinta en personas introvertidas y extrovertidas, al menos en el caso del lugar donde esta puede encontrarse. Para los extrovertidos la recompensa está sobre todo en el exterior, en el entorno, lo cual los introvertidos no comparte.
20. Miran el cuadro completo
El gusto por el pensamiento abstracto desarrolla cierta facilidad entre los introvertidos para aprehender pronto el “panorama completo” de una situación.
21. “Sal de tu madriguera”
La tendencia al silencio y el aislamiento provoca peticiones frecuentes para que los introvertidos salgan y participen más en el mundo.
22. Escriben
Unos de los hábitos más comunes entre introvertidos es la escritura, ese medio que permite comunicarse sin establecer un contacto inmediato y personal, además de que, por su naturaleza, requiere de la soledad, el silencio, la introspección y otras condiciones afines.
23. Alternan temporadas de trabajo y soledad con otras de actividad social
La búsqueda del balance entre lo exterior y lo interior en ocasiones se expresa en alternar periodos de intenso trabajo solitario con otros de intensa vida social.



Mahatma Gandhi

Personajes famosos introvertidos:
Gandhi, Al Gore, Marc Zuckerberg, Bill Gates, Picasso o Albert Einstein son algunos de los personajes famosos más conocidos por su introversión.








Fuentes:
Salud.Psicología y Sueños
refugioantiaereo.com

lunes, 12 de agosto de 2013

Amabilidad

¿Cómo enseñar a los niños a ser amables?

En una sociedad donde la violencia parece estar bastante presente, muchos padres se preguntan de qué modo pueden educar a sus hijos en valores -tales como la amabilidad, la empatía y la compasión hacia los demás, entre otros-, y a partir de qué edad comienzan a adquirirlos.



A este respecto, las últimas investigaciones en el campo de la psicología del desarrollo, han encontrado que los niños son capaces de mostrar signos de empatía desde una edad muy temprana. Estos resultados ponen de relieve la necesidad de fomentar, tanto desde el contexto educativo como familiar, la conducta prosocial como un instrumento para el desarrollo de la personalidad durante la infancia y la adolescencia.

En este sentido, los padres deben actuar como modelos de empatía y de valores socio-morales positivos, alentando a sus hijos a ser amables, justos y responsables. Para ello, la APA (American Psychological Association –Asociación Americana de Psicología), propone una serie de pautas que pueden llevarse a cabo desde el ámbito familiar:

1.   Es importante hacer ver a los niños, lo mucho que significa para usted que se comporte con amabilidad y responsabilidad. Cuando vea a su hijo actuando de forma desconsiderada e irresponsable, debe hacerle saber de inmediato que no está de acuerdo con este tipo de conductas. Hable con firmeza y honestidad, criticando el acto en sí, no al niño, por ejemplo: “Esto que acabas de hacer no ha sido muy amable” en lugar de “Tú no eres amable”.

Asimismo, hay que darle una explicación del por qué desaprueba esta conducta, por ej.: "Mira, Juan está llorando. Llora porque te has llevado su juguete, y eso no ha estado bien”.

Es importante que los niños sepan hasta qué punto le preocupa su comportamiento hacia los demás. Si ven que para usted es importante, también lo será para ellos.

2.  Sea franco, honesto y directo con sus hijos acerca de qué comportamientos son adecuados y cuáles no. Dé explicaciones directas  y concisas: la idea es enseñarles, no hacerles sentir culpables.

3.     Los niños suelen buscar “pistas” en sus padres y otros adultos sobre la manera en que deben comportarse. Si usted actúa consistentemente de forma amable y compasiva, es probable que sus hijos también lo hagan.

4.     Tenga en cuenta que si usted dice una cosa y hace otra, sus hijos prestarán mucha más atención a lo que hace. La advertencia "Haz lo que yo digo, no lo que hago" simplemente no funciona, sobre todo cuando se trata de enseñar normas de conducta.

5.   Intente que su hijo se rodee de personas amables y comprensivas, para que disponga de varios modelos a seguir.

Si usted trata a sus hijos con tolerancia, respeto y consideración, le ayudará a entender que todos los seres vivos deben ser tratados de igual forma, y actuarán en consecuencia, respetando estos valores.

Por otro lado, es comprensible que los padres puedan sentirse preocupados por la influencia que pueden ejercer sobre sus hijos algunos factores externos como el grupo de iguales o la violencia que aparece en determinados programas de televisión y/o películas.

Con el fin de determinar de qué manera puede afectar la televisión a los niños y jóvenes, el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. realizó un estudio, cuyos resultados evidenciaron una tendencia, por parte de los niños, a imitar el comportamiento que ven en la televisión.
A este respecto, la APA aconseja a los padres limitar la visión de programas violentos y animar a sus hijos a que vean programas que promuevan valores éticos y morales. Para ello, hace una serie de recomendaciones:
1.   Infórmese sobre las películas que sus hijos desean ver. ¿Qué modelos de actuación ofrecen? ¿Promueven la violencia hacia las personas o los animales? Ayude a su hijo a desarrollar una reacción crítica ante lo que ve en la TV, preguntándole sobre lo que ha visto y animándole a considerar otras actitudes que los personajes podrían haber tenido.
2.     Enséñele libros que promuevan comportamientos prosociales. Tenga en cuenta, que los personajes deben ser modelos con los que puedan sentirse identificados.
3.   Háblele sobre personalidades famosas que realicen o hayan realizado actos altruistas. Averigüe a qué personajes admira su hijo y por qué.
4.    Anime a su hijo a involucrarse y participar en tareas de voluntariado, fomentando así la responsabilidad, la tolerancia y la empatía.
Los expertos señalan que cuando los niños perciben que son queridos y que tienen una base segura en el hogar, tienden a prestar más atención a los demás. En cambio, si se sienten privados de amor y de atención, suelen centrarse en sí mismos y en sus propias necesidades.
De este modo, las normas y valores que se practiquen en el hogar, determinarán la conducta social que manifiesten los niños en su vida diaria.





Fuente: APA


jueves, 8 de agosto de 2013

Claustrofobia

El miedo a quedarse encerrado



Miedo a quedarse encerrado en el ascensor, pánico a viajar en metro y tendencia a evitar los túneles en la carretera; estos son algunos de los miedos más comunes de las personas que padecen de claustrofobia. Este miedo va acompañado de palpitaciones, boca seca, sensación de ahogo y deseos incontrolables de escapar. En ocasiones el miedo llega a ser tan intenso que se percibe la sensación de una muerte inminente.



Como parte de las fobias, la claustrofobia es un miedo irracional ante los lugares cerrados o a sentirse atrapados en un espacio demasiado pequeño. Dentro de todas las fobias, esta es una de las más comunes que afecta aproximadamente al 5% de la población. Sin embargo, lo interesante y peculiar de la claustrofobia es que normalmente la persona no le teme a los lugares cerrados en sí sino a los ataques de pánico y las sensaciones que experimenta cuando se encuentra en los mismos.

Además, en el caso de la claustrofobia a veces puede rastrearse una situación desencadenante que dio lugar a este miedo, como haberse quedado encerrado por muy poco tiempo en un ascensor o en un coche dentro de un túnel. Estas experiencias desagradables se quedan profundamente grabadas en su recuerdo y posteriormente, cuando la persona tan solo imagina que se deberá enfrentar a una situación similar, reaccionará de manera exagerada.

No obstante, existen otros especialistas que abogan por causas hereditarias ya que se conoce que la claustrofobia es más común en los hijos de las personas que la padecen. Sin embargo, lo cierto es que quizás los padres lo que transmiten no son los “genes de la fobia” sino el estado de ansiedad ante las situaciones, despertando en los hijos la sensación de peligro inminente.


¿Qué sienten los claustrofóbicos?

Las personas que padecen de claustrofobia experimentan síntomas muy variados que dependen de la intensidad del miedo y la ansiedad que le provoque la situación. Así, los síntomas van desde un malestar vago que se manifiesta con la boca seca, las palpitaciones y el sudor frío hasta un malestar general que se expresa con la sensación de ahogo, náuseas, hiperventilación y sensación de muerte inminente. Se afirma que entre el 3 y el 4% de las personas sufre este malestar general.

Vale aclarar que la ansiedad es una reacción de alarma ante una situación que podría ser peligrosa. Por una parte la ansiedad provoca una activación psicológica que se expresa en preocupación e impaciencia y por otra parte, desata una reacción fisiológica a través de descargas continuas de adrenalina de forma que nuestro organismo esté en las mejores condiciones posibles para huir velozmente en caso de que fuera necesario. Precisamente esta descarga de adrenalina es la responsable del aumento de la presión arterial, las palpitaciones o incluso la contracción de los esfínteres.

Aunque la ansiedad provoca dos reacciones: en el plano psicológico y fisiológico; ambas áreas se determinan mutuamente de forma que mientras más nos preocupamos, más adrenalina liberamos y, mientras más palpitaciones percibimos, más nos preocupamos. De esta forma se crea un círculo vicioso del cual solo se puede salir si tomamos el control de la situación conscientemente.

De manera natural, casi siempre estas manifestaciones indeseadas van cediendo en la misma medida en que la persona se aleja de la situación que las provocó. No obstante, pueden agravarse de forma considerable cuando la persona se encuentra el público ya que la sensación de vergüenza añade más ansiedad a los niveles que ya se experimentan.


El tratamiento de la claustrofobia

La claustrofobia es una fobia específica que suele tratarse con gran éxito (siempre que no esté relacionada con otros trastornos) y sin la necesidad de ingerir fármacos. El tratamiento más extendido es la desensibilización sistemática, que consiste en la exposición sistemática, gradual y controlada a la situación atemorizante.

No obstante, antes de comenzar este tratamiento el psicólogo suele brindarle a la persona toda la información y herramientas psicológicas que necesita para enfrentarse con éxito a los espacios pequeños y cerrados. Generalmente se le explica qué ocurre en su mente y en su cuerpo cuando experimenta estas sensaciones porque comprender que este es un proceso normal de respuesta ante el miedo les ayuda a perder el temor a sus sensaciones. También se les entrena en técnicas de relajación y respiración que deben poner en práctica cuando se enfrentan a la situación estresante.

Los datos de la práctica clínica afirman que con la desensibilización sistemática (y en casos sencillos), la ansiedad suele disminuir en un 50% en la primera hora y para la tercera hora de tratamiento ya ha desaparecido casi por completo.

Por otro lado, también existen especialistas que apuestan por la realidad virtual, sumergiendo a la persona claustrofóbica en ambientes controlados creados específicamente para combatir estos miedos. También se utiliza la hipnosis, en este caso se le dan instrucciones a las personas mientras están en un estado hipnótico para combatir el miedo. En estudios realizados se ha demostrado que al menos en situaciones puntuales, estas instrucciones han sido útiles para eliminar el miedo en más del 90% de los casos.



Abrir comillasNo hay claustrofobia más angustiosa que la de sentirse encerrado dentro de uno mismo. Cerrar comillas
José Luis Rodríguez Jiménez  








Fuente:
Martínez, A. G. (2006) De la claustrofobia a la ansiedad en primera persona. Madrid: Imagine.

www.rinconpsicologia.com