Mitos sin fundamento sobre la psicología
humana
José Muñiz, Catedrático de Psicometría, desmonta las leyendas
urbanas más populares de esta disciplina
Las leyendas
urbanas son historietas, cuentos, mentiras,
supersticiones, mitos, que circulan ampliamente y que son
tomadas como verdades por la mayoría de la gente.
Sus orígenes son
oscuros y las hay de todo tipo,
referidas a distintas áreas de actividad.
Estas falsedades
son difíciles de erradicar, como son difíciles de cambiar las creencias y
actitudes de las gentes en general, por muy equivocadas que estén. La razón es
que aparte del componente cognitivo de verdad o falsedad, la creencias y
actitudes hincan sus raíces en el entramado emocional de las personas, así que
su certeza es sólo un detalle más de su razón de ser.
Los
humanos son seres racionales
Ésta es una de
las creencias con más abolengo y tradición, ya que está en el origen de la
definición de lo humano por egregios filósofos como Platón y Aristóteles. Pero
¿es mentira? ¿Los humanos no somos racionales?
Como ocurre con
otras muchas leyendas urbanas, en este caso se trata de una verdad a medias,
los humanos tenemos un componente racional, no hay duda, pero gran parte de
nuestra conducta es irracional, instintiva y automática. Y no es extraño, al
fin y al cabo formamos parte del árbol de la vida, que tiene unos tres mil
millones de años, y compartimos la mayoría de sus características.
Sólo
utilizamos el 10% de nuestro cerebro
Ya nos gustaría
que esta leyenda fuese verdad, esta ilusión nos permite pensar que aún tenemos
un 90% de crecimiento potencial, vana pretensión, sencillamente perded toda
esperanza al respecto. Si no es así, ¿por qué persiste esta leyenda?
Porque nos gusta
creerlo, deseamos que sea verdad. No sólo está extendido entre la población
general, un tercio de los psicólogos la considera cierta, y un 6% de los neurocientíficos
también; está claro que la formación académica no inmuniza de forma eficaz
contra las leyendas.
La
música de Mozart mejora la inteligencia de los bebés
Qué fácil sería
mejorar la inteligencia de las personas si esto fuese verdad, pero no lo es, se
trata de una leyenda urbana muy extendida. Todo tiene su origen en un trabajo
publicado en 1993 en la prestigiosa revista "Nature", por unos
investigadores de la Universidad de California. Posteriores investigaciones no
lograron replicar estos resultados, así que no hay evidencias concluyentes de
que escuchar a Mozart siendo bebé mejore de forma clara la inteligencia y esas
mejoras se mantengan a lo largo de la vida.
Lo que también
es verdad es que escuchar música de Mozart no tiene ninguna contraindicación, y
es mejor hacerlo que no, pero no hay por qué limitarse al genio de Salzburgo,
puede probarse también con Bach u otros, sin descartar la de "Pink
Floyd" o "Coldplay".
En fin, pongan
música a sus hijos, la que sea, pero no se fijen en el aumento de su
inteligencia, dejen que la disfruten y los efectos colaterales seguro que serán
positivos en distintos ámbitos de su vida.
Se
pueden aprender idiomas mientras se duerme
Muchas personas
están convencidas de que si se ponen cintas de un idioma mientras duermen lo
terminarán aprendiendo. Es una fantasía maravillosa, ¿se imaginan que
funcionase? Sería la pesadilla de las academias de idiomas. Sencillamente no
funciona, no se gasten el dinero en CD para escuchar mientras duermen ni
alteren sus sueños por esa razón. Dormir bien es fundamental para todo, no se
olvide que gastamos un tercio de nuestra vida durmiendo, que se dice pronto.
Las
personas opuestas se atraen
Está muy
extendido pensar esto, que a los bajos les gustan las altas; a los gordos, las
flacas; a los extravertidos, los tímidos...Y todo el mundo parece disponer de
ejemplos para confirmarlo; pues bien, es falso, en realidad nos gustan más
quienes se nos parecen.
La mayoría de
estudios confirman que tendemos a elegir amigos y pareja entre aquellos que
se
nos parecen, repase sus amistades y lo comprobará. Por ejemplo, si usted es una
persona ordenada y bien organizada piénselo dos veces, o tres, antes de
compartir el resto de su vida con alguien de características opuestas, su vida
será un calvario. Claro que hay más cosas, por supuesto, pero la afinidad
funciona mejor que la complementariedad.
Las personas con
actitudes similares tienden a atraerse más entre sí, y aunque pueda haber
algunos ejemplos chocantes, la regla funciona. El mito de la atracción de los
opuestos puede tener su origen en la idea de la media naranja, de buscar algo
que complemente nuestro ser, pero se olvida que no somos medias naranjas, somos
enteras, no nos falta una pieza que vamos buscando, se trata de encontrar otra
naranja que ruede acompasadamente con la nuestra.
Los
hombres son de Marte y las mujeres, de Venus
Hay una creencia
muy extendida de que la mujeres y los hombres son completamente diferentes, de
planetas distintos, ellos de arte y ellas de Venus.
Pero ¿somos tan
distintos los hombres y las mujeres?
Somos distintos
en muchas cosas, faltaría más, pero no tanto como parece; entre otras cosas,
porque genéticamente lo común de los humanos anda por el 99,8% y sólo tenemos
un margen
de maniobra para diferenciarnos del 0,2% aproximadamente. Por
ejemplo, en lo relativo a la inteligencia no hay diferencias significativas
entre hombres y mujeres.
¿Hablan más las
mujeres que los hombres como muchos creen?
Según los
últimos datos no lo parece, un estudio reciente norteamericano encontró que los
universitarios/as hablan un promedio de unas 16.000 palabras diarias, otra cosa
es que los temas sean diferentes. ¿Hablan más las mujeres sobre sus asuntos
personales que los hombres? Algo más, pero poco, también ellos largan lo suyo.
En lo que son mejores las mujeres es en detectar claves no verbales en la
interacción. O sea, que de Venus y Marte nada.
Si a
los niños se les educa igual funcionarán de forma parecida
La educación es
importante, de eso no hay duda, pero no lo es todo. Los padres están cansados
de ver que dando la misma educación sus hijos toman rumbos muy diversos.
Los padres no
son responsables de todo lo que hacen o llegan a ser sus hijos, su aportación,
aunque importante, no determina el cien por ciento, ni mucho menos, de lo que
ocurre. Así que deberían de limitarse a hacer las cosas con sentido común, pero
no tratar de atribuirse ni
responsabilizarse de los éxitos y fracasos de sus
hijos, éstos dependen también de otras muchas variables fuera de su control. En
ciertas edades como la adolescencia los compañeros son con frecuencia más
influyentes en la conducta de los hijos que los propios padres, no iba
desencaminado el clásico "dime con quién andas y te diré quién eres".
Los
enfermos mentales son violentos
¿Por qué muchas
personas de buena fe creen esto
cuando en realidad es completamente erróneo? Tiene mucho que ver en ello las
películas, que cuando incluyen personas con alguna enfermad mental las
describen como agresivas; también las novelas y a veces la forma de dar las
noticias caen en el mismo error.
La verdad es que
más del 90% de las personas con alguna enfermedad mental, incluida la
esquizofrenia, nunca cometen actos de violencia. ¿Puede decirse lo mismo de la
población general?
Lo cierto es que
estas
personas tienden a ser más bien víctimas que agresores, incluso víctimas de sí mismas.
Los
mejores estudiantes serán los mejores profesionales
¿Por qué no
siempre los mejores estudiantes son luego los mejores profesionales? Muy
simple, porque las reglas de juego en el mundo académico no son las mismas que
en el complejo mundo profesional.
Para manejarse
con éxito en la vida profesional, además de poseer
los conocimientos técnicos y académicos necesarios, y eso no es
negociable, hay que ayudarse con otras competencias que denominamos
transversales, por ejemplo, responsabilidad, iniciativa, tenacidad, trabajo en
equipo, adaptación, capacidad de comunicación y ganas de seguir aprendiendo
El
ojo clínico es fiable
¡Cuántos errores
se han cometido en nombre del ojo clínico! Está claro que el haber visto muchos
casos aguza el ingenio y mejora el ojo clínico, pero de ahí a confiar
ciegamente en él hay un largo trecho que debemos recorrer con mucha cautela.
Se imaginan que
cuando salimos con el carro de la compra del supermercado digamos a la persona
de la caja: "Bueno, creo que son
unos ochenta euros, ¿qué le parece?". "Me parece muy bien",
contestará, "pero vamos a comprobarlo". El ojo clínico viene bien
para formular hipótesis de trabajo que luego hay que comprobar, como sabia.
Fuente: La nueva España.