Esclavos de nuestras metas.
Cuando los objetivos nos atrapan.
¿Dueño o esclavo?…¿Te dejas
llevar o estás al mando? ….¿Reaccionas o inicias?…. ¿Te mandan o mandas tú?….
¿Te has
hecho alguna vez estas preguntas? Yo creo que todos nos hemos hecho estas
preguntas en algún momento de nuestras vidas, especialmente cuando las
circunstancias que se nos presentan no nos parecen las mas adecuadas y sentimos
que “todo va mal”… o que las cosas no marchan como debieran… Y mi pregunta
es…¿Que te sueles contestar?
¿Has tomado realmente la
riendas de tu vida y conduces en quinta velocidad hacia tus metas y objetivos?….
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Tu puedes
elegir tener un comportamiento reactivo o
bien elegir ser proactivo... en el primer caso estarás esperando a
que las cosas sucedan para entonces gestionarlas…. pero…¿y si ya no estás a
tiempo o no has tenido ocasión de preparar tus recursos?… En el segundo caso te
adelantarás para hacer que las cosas sucedan…pondrás en marcha todos tus
recursos y mecanismos para lograr que tus sueños y tus metas se cumplan. ¿cual
de las 2 opciones prefieres?
Plantearse objetivos
es un arte que no todos dominan.
Hay quienes se plantean objetivos inalcanzables y estos
terminan consumiendo todas sus
fuerzas y energías, hay otros que establecen
metas muy por debajo de sus potencialidades y jamás llegan a explorar el
verdadero alcance de sus capacidades. Sin embargo, una vez que hemos
descubierto cuáles son los objetivos adecuados, también corremos el riesgo de
vernos arrastrados por ellos.
¿Qué quiero decir?
Pongamos el ejemplo hipotético de un buen
corredor. Él sabe que tiene las habilidades necesarias para participar en las
Olimpiadas e incluso para ganar una medalla. Entonces se plantea el objetivo de
clasificarse en los juegos y ganar. Para ello establece un plan de acción que
consiste en entrenar todos los días.
Hasta aquí todo está bien pero esta persona podría
obsesionarse con su objetivo. Es decir, su día a día gira exclusivamente en
torno a este objetivo, no es capaz de relajarse ni de disfrutar nada más que no
sea el entrenamiento. En estos casos, es como si su vida estuviese en stand by
y, aunque su objetivo es realista y tiene grandes probabilidades de
conseguirlo, sería interesante preguntarse si el costo emocional que tiene que
pagar por ello realmente vale la pena.
En realidad, no es difícil convertirnos en víctimas de
nuestros propios objetivos porque a menudo estos nos resultan tan motivantes
que actúan como si fuesen una luz que nos enceguece y no nos permite ver lo que
hay a nuestro alrededor.
Es perfectamente comprensible que luchemos por
alcanzar un objetivo, sobre todo si sabemos que tenemos las capacidades para
lograrlo, pero supeditar toda nuestra vida a este no es saludable.
Afortunadamente, existe una manera para plantearse objetivos pero no
convertirnos en sus esclavos.
1. Valora los pros y los contras. Hay objetivos que, a primera vista, nos pueden parecer muy
prometedores pero cuando los analizamos desde una perspectiva más
objetiva, podemos darnos cuenta de que exigen un gran esfuerzo, tiempo y
dedicación. Pregúntate si los beneficios que obtendrás realmente valen la
inversión de energía. Cuando hagas el análisis, recuerda que la única cosa
preciosa que tienes y que nada ni nadie podrá devolverte es tu tiempo. Por
tanto, decide sabiamente cómo gastarlo.
2. No te dejes engañar por la promesa de felicidad. Numerosos estudios han demostrado que tenemos una visión distorsionada de la
satisfacción que pueden reportarnos las experiencias positivas.
Es decir, casi
siemprepensamos que cuando alcancemos una meta seremos más felices de lo que finalmente experimentamos. Sin embargo, recuerda que lo que cuenta no es la meta sino el camino.
3. Elige el camino correcto. Hay muchas maneras de alcanzar un mismo objetivo, elige la
vía menos traumática, aunque sea un camino más largo. Si llegas demasiado
cansado a la meta, no tendrás ganas ni fuerzas para disfrutar de la victoria.
Antes de plantearte el camino a seguir, es conveniente que te imagines
recorriendo esa vía al cabo de dos o cinco años. ¿Cómo te ves? Si te ves
agotado y solo, sería conveniente que te replanteases las tareas que te has
propuesto para conseguir tu objetivo.
4. Replantéate los objetivos cada cierto tiempo. Ya sé que cuando hemos invertido tiempo y esfuerzo en una
tarea estamos vinculados emocionalmente a esta pero hay ocasiones en que es más
inteligente olvidarse de un objetivo, plantearse uno menos ambicioso o
simplemente cambiar nuestro plan de acción. Recuerda que nosotros y el mundo a
nuestro alrededor cambia, si te aferras a un objetivo que te planteaste en el
pasado podrías correr el riesgo de anquilosarte.
5. Recuerda quién eres. Puede parecer una estupidez pero lo cierto es que cuando
los objetivos son muy ambiciosos, estos nos consumen haciendo que nos olvidemos
hasta de quienes somos. Recuerda que tú no eres tu objetivo, no vales más ni
menos en función de ese logro. Por encima de todo, eres una persona que también
tiene otras necesidades, aspiraciones y sueños.
Fuentes: Rinconpsicologia-por
Jennifer- coachingparatuliderazgo
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