viernes, 8 de noviembre de 2013

Niños. Cuando los padres se entrometen


Esta entrada está dedicada a los padres y madres que intervienen directamente cuando sus hijos tienen conflictos con alguno de sus compañeros. Como veremos a continuación, suelen empeorar las cosas en la mayoría de los casos.



DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO

Los conflictos entre los niños son bastante frecuentes en la escuela, basta con pasar no más de diez minutos en un patio de recreo para ilustrarse cientos de casos reales. No me estoy refiriendo a situaciones de violencia o acoso escolar. Me refiero a los habituales enfados de ya no soy tu amigo”, “ya no juego contigo”, “me has insultado”…

Los motivos suelen ser bromas, cambios de preferencias entre los amigos, disputas por un juguete o similares. Esos conflictos suelen ser bastante superficiales, normalmente los niños los resuelven pacíficamente y en poco tiempo: a primera hora de clase dejan de ser amigos, y al terminar el recreo ya son tan amigos como antes.

A veces, los educadores mediamos quitando importancia a la “ofensa” y animando a la reconciliación: pídele perdón y volved a ser amigos”. Es una medida que suele resultar eficaz. Otras veces tenemos que ser árbitros de multitud de situaciones y como la justicia, solemos ser ciegos y desgraciadamente no siempre acertamos… pero son asuntos menores.

CUANDO LOS PADRES SE ENTROMETEN

Pero en algunos casos, el enfado dura algo más o sucede al final de la mañana, de manera que no da tiempo a la reconciliación y los chicos se van a casa con el enfado.
Como es normal, el enfado se comenta en casa. Algunos padres actúan con bastante sensatez, como lo hacemos los educadores en el colegio, pero algunos prefieren tomar cartas en el asunto a la primera y pasan a la acción con un: se va a enterar ese niño mañana”.
Al día siguiente el papá o la mamá de ese niño ofendido la emprende con el otro niño o niña en cuestión, que por cierto muchas veces no se acuerda de lo que sucedió, y ya tenemos el problema. He visto como algunos padres reprendían a los niños delante de sus padres, poniéndolos en la tesitura de “defender” a sus hijos y responder. Si ven que tratan a su hijo con malos modos, hablando de adulto a niño, ellos responde de forma más bien agresiva.

El conflicto pasa de los niños a los padres y la situación empeora. Un problema que era de niños, ahora pasa a ser un problema de adultos, con soluciones de adultos: se puede pasar a insultos que no se deberían escuchar en una escuela, hasta las amenazas, agresiones físicas o llegar a la denuncia.

QUÉ HA OCURRIDO

Como ven, cuando los padres se entrometen en este tipo de situaciones, suelen empeorarlas. El motivo creo que es muy sencillo: una situación infantil, se ha analizado y
querido resolver con perspectiva de adulto.

Como he dicho, los niños no suelen guardar rencor, son más propensos a perdonar y generalmente la dinámica habitual es que esos pequeños problemas los solucionan ellos solos.

Los adultos, lo analizamos como adultos, con sentimientos más fuertes de rencor, venganza y menos de perdón. Cuando ya se produce un enfrentamiento entre padres, la situación pasa a otro nivel de gravedad en la que se ven involucrados los propios chicos y que claramente empeora y enquista las cosas.

ENTONCES, QUÉ HACER

No se trata de mirar para otro lado, sino de valorar las situaciones en su justa medida y según la perspectiva de los propios niños. En esto, creo que los educadores deberíamos ser una voz autorizada.

Los adultos (padres y educadores) debemos mediar en estas edades y enseñarles a resolver los problemas interpersonales de forma adecuada. Normalmente, les podemos ofrecer pautas y estrategias de actuación como son las habilidades sociales.

Tenemos que estar atentos cuando esos conflictos van a más: en ese caso sí debemos intervenir, intentando impartir justicia y corrigiendo, probablemente con más contundencia.


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Fuente: familiaycole

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