sábado, 29 de junio de 2013

Trucos para comer menos






Tu mente es tu mejor alidada.

En una sociedad donde la figura de belleza ideal está encarnada por personas delgadas y sin un gramo de grasa, no es extraño que se sigan constantemente las más diversas dietas para perder peso. Desgraciadamente, estas dietas nos permiten adelgazar a costa de un sacrificio atroz y después, a los pocos meses y como por arte de magia, los kilos que habíamos perdido regresan. Es lo que en Psicología se conoce como el “Efecto Rebote” y en el lenguaje popular se ha inmortalizado con la frase: lo difícil no es llegar, lo difícil es mantenerse”.

Y para todos lo que intentan llevar esta lucha de manera personal y autónoma, seguro que estos consejos les van a venir bien si no los conocían. Porque si hay algo difícil en una dieta, es saber cuando, como y cuanto hay que comer, siendo esto último bastante difícil de acotar pues haciendo dieta a veces somos poco objetivos con las raciones y, o nos pasamos, o no llegamos.

Afortunadamente, existen trucos para comer menos y ni siquiera sentir esa hambre visceral que es la que nos induce a ingerir más calorías de la cuenta. De hecho, el principal problema de la mayoría de las dietas que existen en la actualidad es que son demasiado restrictivas y no tienen en cuenta el factor psicológico.

Trucos para comer menos

Bebe agua antes de la comida: no solo conseguiremos unos riñones de lujo sino que además tendremos lleno el estómago y nos saciaremos antes, por lo que no consumiremos tanto como podríamos hacer si lo tuviéramos vacío. Y si no queremos agua, la fruta, en especial la que tenga un alto contenido en agua (peras, sandia, melón…) puede venirnos de perlas para el caso.


Comienza con una ensalada: la ensalada tiene pocas calorías y se tarda su tiempo en comerla porque hay que masticar mucho, esto hace que nos saciemos antes y que con pocas calorías sintamos que ya estamos satisfechos, evitando los atracones. De igual forma, el masticar mucho la comida nos ayudará no solo a calmar el apetito sino que, psicológicamente también nos llenamos y cubrimos esa sensación de consumir o ingerir alimentos.

Elige una vajilla más pequeña. Si tus platos y vasos son más pequeños, tendrás la tendencia a comer mucho menos y, aún así, te sentirás saciada. Esto se debe a que la vista desempeña un papel fundamental en el momento de alimentarnos. De hecho, hace años se realizó un curioso experimento que demuestra esta idea. Los investigadores les pidieron a las personas que comieran hasta que se sintiesen satisfechas. Salieron de la habitación y las dejaron con un plato de sopa enfrente. Lo curioso es que a algunos les bombeaban sopa desde debajo de la mesa haciendo que el plato siempre estuviese medio lleno (aunque ellos no lo sabían, obviamente). Como resultado, estas personas comieron mucho más pero reportaron el mismo nivel de saciedad que quienes habían comido la mitad pero iban viendo como la sopa se acababa. Por tanto, una vajilla más pequeña no solo te incitará a comer raciones menores sino que también hará que te sientas más satisfecha.

Cambia los colores de los platos. En este punto ya ha quedado claro que también comemos con la vista, que no solo degustamos un plato con nuestras papilas gustativas sino también con los ojos. De hecho, una investigación ha demostrado que cuando existe un fuerte contraste entre el color del plato y los alimentos los encontramos mucho más apetecibles y tendremos la tendencia a comer más. En realidad no es nada nuevo ya que todos sabemos que una ensalada decorada con esmero, donde resalten los colores de las verduras, es más atractiva que una ensalada mal picada y puesta a la buena de Dios sobre un plato cualquiera. Obviamente, no se trata de que seas descuidada en la preparación de los alimentos sino simplemente de que uses platos que no creen un contraste visual que despierte ulteriormente el hambre.

La clave está en comer más veces, pero menos cantidades: esta es una de las regla estrella de la dieta mediterránea, aumentar el número de comidas a 5-6 por día. Esto hará que en las comidas principales los niveles de glucosa no estén tan bajo y lleguemos con esa sensación de hambre tan grande.

Y algo bien importante, no podemos esperar nunca a estar llenos. Cuando lleguemos a este punto ya no habrá vuelta atrás pues eso significará que efectivamente nos hemos pasado. Siempre viene bien quedarse con un poco (ojo, un poco) de hambre y no llegar a los extremos.


Aleja de ti los alimentos que no quieras comer. El simple acto de apartar de nuestro alcance un alimento que nos resulta tentador ya nos ayuda a controlar el deseo de comerlo. ¿Por qué? Porque cuando ponemos una distancia entre el objeto que deseamos y nosotros mismos, nos estamos desligando emocionalmente de este (al menos en parte) y, por tanto, asumimos una posición aventajada para combatir la tentación. Además, poner distancia también nos da tiempo para ser conscientes de lo que estamos a punto de hacer y controlar nuestros impulsos.

Este truco para comer menos también se ha demostrado en un curiosísimo experimento. En esta oportunidad se le dijo a un grupo de trabajadores que los iban a premiar por sus resultados con la posibilidad de comer todos los bombones que quisieran durante un mes. Lo interesante fue que a un grupo se les ponía todos los días el bol de bombones en su escritorio y a otro grupo se les ubicaba a dos metros de distancia. ¿Resultados? Cuando el bol estaba al alcance de la mano las personas comían una media de 9 bombones diarios pero cuando se encontraba a dos metros el promedio disminuía a 4 bombones al día.



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