lunes, 28 de abril de 2014

La primera impresión








Seguramente en alguna ocasión habrás escuchado decir que es importante causar una buena primera impresión o incluso has sido tú mismo quien se lo has dicho a un amigo. De hecho, para las personas la primera impresión es muy importante porque somos conscientes de que a partir de ese impacto los otros se forman una imagen sobre cómo somos, elaboran una teoría que mediatizará las relaciones que estableceremos en el futuro.
Unos treinta segundos suelen bastar para que formemos una primera impresión de una persona que acabamos de conocer, y tendemos a utilizar esa impresión para juzgar a dicha persona. Pero, ¿solemos acertar?
¿Qué es realmente la primera impresión?
La primera impresión no es más que una atribución rápida e inconsciente de rasgos estables de la personalidad basándose en pequeños elementos. Aunque estas señales pueden desvelar una parte de nosotros, en realidad son bastante ambiguas y no siempre se relacionan de una manera lógica con las atribuciones.
Por ejemplo, una persona puede darle un significado al uso de una expresión verbal mientras que otra persona puede conferirle un significado completamente opuesto.
Todos realizamos este tipo de atribuciones en nuestro día a día. A los pocos segundos de haber conocido a alguien, incluso sin haber intercambiado ni siquiera una palabra, ya estamos elaborando una teoría sobre quién es y cuál es su personalidad. 
Lo más interesante es que la primera impresión se forma básicamente a través de las pistas visuales y, en especial, mediante la información que recopilamos del rostro. De hecho, nuestro cerebro sabe que las pistas faciales son las más significativas ya que el rostro puede expresar muchísimas emociones importantes que nos pueden encaminar en la interacción.
También es curioso puntualizar que cuando nos presentan a alguien con características físicas similares a las de una persona que conocemos, tenemos la tendencia a atribuirle algunas de esas características. Si la persona se parece a alguien que nos cae bien, le atribuiremos más características positivas y mostraremos una actitud más abierta.
Realizar atribuciones rápidas es un mecanismo de supervivencia
¿Qué lleva a una persona a realizar juicios tan irracionales basándose únicamente en pequeñas pistas? La verdad es que la primera impresión es un mecanismo muy útil que nos ayuda a guiarnos y saber cómo comportarnos incluso si solo disponemos de pocos datos.
Ya sabemos que a nuestro cerebro no le gustan las situaciones confusas ya que a veces eso significa un peligro potencial. Por eso, cuando tenemos delante a una persona de la cual no conocemos nada, realizamos un escaneo rápido buscando cualquier tipo de pista que nos sea de ayuda y nos permita orientarnos. Así surge la primera impresión, un proceso muy básico de señalización que nos impulsa a acercarnos a la persona o alejarnos de ella si consideramos que puede ser peligrosa.
¿Cómo realizamos las atribuciones?
En este punto es probable que te estés preguntando cómo somos capaces de atribuir rasgos de la personalidad, algo tan complejo, a partir de un simple escaneo mental. La respuesta se encuentra en nuestra memoria autobiográfica, es decir, en las experiencias que hemos tenido con otras personas.
A lo largo de nuestra vida nos hemos encontrado con miles de personas y nos hemos relacionado con cientos de ellas. A partir de estas experiencias, de los filmes, los libros y las experiencias que nos han transmitido, nos hemos formado una representación de los

diferentes tipos de personas. Por ejemplo, todos tenemos una idea de cómo luce un profesor universitario, un médico o un albañil. Obviamente, estas representaciones son solo un modelo, que puede ser más o menos, pero que nos sirve como patrón de comparación en el momento de formarnos la primera impresión.
En realidad, no podemos evitar este mecanismo ya que se activa de manera automática. Sin embargo, ser conscientes de su existencia y de todos los estereotipos que puede acarrear, ya es un gran paso para mantener una relación más abierta.
¿Qué factores influyen en el nivel de acierto de las primeras impresiones?
1. Diferencias individuales. No todo el mundo es igual de bueno juzgando a los demás. La inteligencia social varía de una persona a otra.

2. Apariencia física. Por lo general, la gente tiende a considerar a las personas atractivas más agradables, abiertas, inteligentes y socialmente hábiles que las menos atractivas, y están más dispuestas a prestarles su ayuda. Los más atractivos tienen también más probabilidades de ser contratados cuando buscan empleo. Esto sucede para ambos sexos; sin embargo, entre los hombres se considera más competente al más atractivo, pero sucede al contrario entre las mujeres, pues se tiende a pensar que ellas progresan más debido a su atractivo.

3. Accesibilidad. La accesibilidad es la rapidez y facilidad con que una información nos viene a la mente y la utilizamos para hacer interpretaciones y juzgar a los demás. El estudiante que comparte sus respuestas a un examen con un compañero, ¿es una persona deshonesta o
un buen compañero? Si para ti las ideas sobre la colaboración son más importantes y, por tanto, accesibles en tu mente, considerarás que es un buen compañero.

4. Expectativas. Si te hablan mal de alguien que no conoces, estarás más predispuesto a hacerte una mala impresión de esa persona cuando la conozcas, mientras que si te hablan bien, sucederá al contrario.

5. Motivación. No sólo vemos lo que esperamos, sino también lo que queremos ver. Una persona desconfiada, tenderá a interpretar del peor modo posible la conducta de los demás.
6. Estado de ánimo. Si te sientes feliz, tenderás a interpretar la conducta de los demás de modos más optimistas. Los estados de ánimo negativos, en cambio, no ejercen tanta influencia.
Así que, cegados por la primera impresión, tendemos a encasillar a las personas al primer golpe de vista.
Como conclusión!!!
Ser nosotros mismos, la autenticidad, es lo mejor para causar una buena primera impresión.
Sin embargo, lo de ser auténticos es un consejo que nos suena fatal si no nos gustamos. 


La raíz de la primera impresión que causamos a los demás se encuentra en la impresión que tenemos de nosotros mismos. 

Dejar de preocuparnos tanto por la imagen que proyectamos y ocuparnos más de cómo estamos con nosotros mismos puede ser un sabio camino.




























Fuente: Redolar, D. et. Al. (2013) Neurociencia Cognitiva. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
http://www.rinconpsicologia.com

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