viernes, 10 de mayo de 2013

HIJOS


CUIDADO DIARIO DE LOS HIJOS

Una disciplina eficaz a la hora de aplicar los límites a nuestros hijos es lo más importante. Para educar de manera eficaz a nuestros hijos debemos marcar las reglas en casa con el objetivo de cumplirlas.

El secreto es hacerlo de manera coherente y con firmeza. Una de las consecuencias educativas de una falta de habilidad a la hora de establecer las normas y de marcar los límites puede ser la falta de respeto, que se produce cuando hablamos demasiado, exageramos en la emoción, y en muchos casos, nos equivocamos en nuestra forma de expresar con claridad lo que queremos o lo hacemos con demasiada autoridad.

educar de forma asertiva
Aquí os dejo una serie de consejos que os pueden ayudar:

1. Empezar el día con una sonrisa y un beso o alguna caricia, en lugar de tener un clima de tensión: gritos, regaños, prisas, emergencias en los últimos minutos. Las prisas antes de ir a la escuela crea disgustos.

2. Retomar el horario que se tiene regularmente los días de escuela: para descansar (levantarse y acostarse), comer, actividades.

3. Establecer una rutina diaria que permita fomentar hábitos básicos: aseo, orden, respeto, responsabilidad, etc.

4. Asignar un lugar y horario para estudiar y hacer tareas.

5. Contar con una caja que tenga material básico para hacer las tareas: lápices, colores, goma de borrar, pegamento, tijeras, regla, estuche geométrico, papel, diccionario y libros de consulta.

6. Antes de acostarse, hay que dejar preparado todo lo que se requiere para el día siguiente: ropa (uniforme), mochila, la mesa puesta, tener pensado qué se va a desayunar y, si es posible, dejar listo algo ya.

7. Levantarse con tiempo suficiente para arreglarse y desayunar sentados. Es indispensable que los niños hayan desayunado lo suficiente antes de ir a la escuela.

8. Antes de acostarse hacer un sencillo ejercicio de relajación.

9. Contar con una rutina que vaya preparando al niño a dormir: bañarse, ponerse la pijama, merendar, ir cerrando la casa y apagar las luces, escuchar un cuento, rezar, un beso y taparlo, por ejemplo.

10. Disciplina: no tener miedo a corregir. Los padres son la autoridad.

11. Reglas claras, centrándose más en lo que el niño puede hacer que en la prohibición. Dar a conocer las consecuencias si no se cumple.

12. Los puntos básicos de disciplina no son negociables. Si ya se ha establecido que no se permite determinada conducta, evitar hacer excepciones, pues uno mismo está infringiendo sus propias reglas y ocasiona confusión y da margen a la desobediencia.

13. Dar las indicaciones con exactitud y respeto, pero con voz firme, viendo directamente a los ojos del niño, en lugar de gritarle.

14. Tener en cuenta que el juego del niño es importante para él. Dar indicaciones que le permitan terminar lo que está haciendo. “Por favor ve terminando y arreglando tus cosas, pues en 10 minutos salimos”.

15. Un error frecuente: “estoy de buenas, lo tolero o permito; mi humor está alterado, regaño, castigo y me enojo porque me desobedecen y no hacen lo que uno les pide a la primera”.

16. Pedirle las cosas al niño con respeto y ser muy claro cuándo se tiene que llevar a cabo. Si es de inmediato, indicarlo en lugar de estar repitiendo la orden varias veces: uno aviso, dos ejecución.

17. Reconocer el esfuerzo que hace el niño. Si no logra el objetivo deseado, ayudarlo a que repita la tarea las veces que sean necesarias hasta que lo logre.

18. Evitar los golpes, insultos, gritos o empujones. Los castigos deben tener la consecuencia natural a la falta cometida.

19. Los premios deben ir más hacia la estima del niño y el reconocimiento de su esfuerzo, que gratificarlo con comida o con objetos.

20. La escuela es la ocupación de los niños y se debe fomentar que cumplan con ella con responsabilidad.

21. Fijar una meta concreta y realista con el niño todos los días. Esto le ayudará a darse cuenta de sus logros y lo motivará a seguir progresando.

22. Evitar hacer comparaciones entre hermanos. Cada niño es único y tiene sus propias cualidades y deficiencias. Ayudarlo a que se compare consigo mismo y se dé cuenta de su propio progreso.

23. Hacer por lo menos una comida en familia diario.

24. Fomentar la convivencia familiar lo más que se pueda entre semana y dedicar los fines de semana a hacer actividades que involucren a todos. Limitarse a ver televisión, aunque estén todos juntos, no es convivir si no aprovechan el programa para hacer comentarios, reflexiones, etc.

25. Alentar más al niño en lugar de descalificarlo. Fijarse en lo que ha logrado, por mínimo que sea e invitarlo a que haga lo demás igual.

26. Ayudarlos a tomar decisiones: proponer dos o tres opciones que le permitan libertad de elección al mismo nivel. Si uno le dice: “pero yo prefiero que...”, ya no lo está enseñando a elegir. Uno elige por él.
27. Cuando el niño está alterado, hay que ayudarlo a que reconozca su sentimiento y decirle que uno quisiera ser un mago pero hay que hacer lo que se pide.

28. Actitud positiva ante la tarea. A veces ya desde cómo se le pide que estudie implica una actitud negativa a dicha actividad.

29. Si uno piensa que el niño no lo va a lograr, así será. Si uno le enseña a dar pequeños pasos con base en lo que va dominando, él logrará su meta.

30. No criticar a la autoridad: pareja, profesores, abuelos, gobierno, etc. Cada vez que uno lo hace, se descalifica a la autoridad en general.

31. Motivar para el éxito en lugar de utilizar la amenaza o centrarse en el fracaso: “si no estudias, te van a suspender”.

32. Resalten los aciertos del niño, en lugar de poner tachas y avisos en rojo constantemente. Si el niño ve pocos resultados, cada vez trabajará menos. Si se le reconoce que algo hizo bien, intentará mejorar.

33. Centrarse en la solución del problema: ¿qué puedo hacer para que por lo menos pueda percibirlo de otra manera?, en lugar del conflicto o contrariedad.

34. Recordar que todo lo que se hace por el niño, él ya no lo va a intentar y, por lo tanto, tampoco lo aprenderá.

35. Los niños deben tener tiempo para jugar de manera que muevan su cuerpo, utilicen su imaginación y desarrollen su creatividad. Entre más televisión vean, menos oportunidades tendrán para pensar y hacer cosas que les permitan aprender.


Para finalizar os dejo esta cita:

Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres. Pitágoras de Samos (582 AC-497 AC) Filósofo y matemático griego.




 






María Teresa Alicia Silva y OrtizPsicopedagoga por la UNAM de México


martes, 7 de mayo de 2013

OBEDIENCIA


 ¡TE LO REPITO MIL VECES Y SIGUES SIN HACERME CASO!

El tema de la obediencia en el seno familiar no es tan simple como parece. 

Lo convencional e ideal sería: padres que mandan e hijos que obedecen, sin embargo, esto hay que matizarlo. 

Saber cuándo y cómo regañar a un niño desobediente no es fácil

Lo primero que hay que considerar es que por lógica a nadie le gusta obedecer, si eso implica realizar una o varias acciones que no nos agradan. De ahí deberíamos comprender que cuando los padres ordenan algo a sus hijos, éstos tiendan a desobedecer porque les apetece más hacer otras tareas de su agrado.

Esto nos pasa a todos y, por tanto, deberíamos de aceptar los hechos, sin asustarnos ni enfadarnos por ello. Otra cosa diferente es que no cumplan porque no les apetece.

En segundo lugar, sería oportuno exponer que la obediencia es la principal área en la que, de hecho y sin quererlo, se trata de dejar claro quién tiene el poder. Los padres tratan de hacerlo a través de las órdenes y los hijos intentan negarse, dando a entender que ellos también tienen sus razones. En esta lucha, como en todas, unos y otros tratarán de imponer su dominio.

En el extremo, están aquellos padres que se exceden imponiendo sus normas, e hijos que imponen también sus apetencias. Aunque no lo parezca, éstos últimos no mandan
con voces ni imposiciones pero sí saliéndose con la suya, o ¿acaso eso no es mandar?

 ¡Cuántas veces habré escuchado de los papás frases como estas!: “no obedece”, le tengo que repetir las cosas mil veces y nada, como si oyera llover”, “parece que sea sordo, no escucha”, “para lo que le interesa bien que obedece a la primera”.  El objetivo de este artículo es que los padres que os reconozcáis en esas frases introductorias, podáis poner en práctica algunos consejos o medidas para solventar esos problemillas de obediencia tan cotidianos.
¿Por qué desobedecen los niños? Los niños y niñas no nacen desobedientes, la obediencia y la desobediencia son conductas que se aprenden aunque el aprendizaje sea más difícil en unos/as niños/as que en otros/as.
Muchos niños que desobedecen han aprendido que hasta que papá o mamá no me lo repite 6 o 7 veces, no obedezco. 
Por ejemplo: mamá desde la cocina, grita una orden: “apaga la tele y haz los deberes”. Por supuesto, el niño o niña sigue haciendo lo que le gusta sabiendo que mamá lo va a repetir varias veces más y sólo hasta que oyen a mamá que llega al salón como un miura, es cuando obedecen. Tanto los hijos como los padres, saben que eso se repite en la mayoría de veces que les da una orden, por lo tanto, responden cuando ven que “ahora sí que va en serio”. Lo habitual es que en ese punto la madre o padre esté echando humo por la nariz, diciéndole al niño lo malo que es y lo mal que se porta y olvidando que los padres somos los responsables de que el niño aprenda una manera alternativa de comportarse.
Además, en ocasiones, la desobediencia es un modo de atraer la atención de los adultos. Los niños y las niñas deben obtener más atención por obedecer que por desobedecer SIEMPRE.
Hemos dicho que los niños no nacen desobedientes y que la obediencia y desobediencia es una conducta que se aprende, así que, ¿cómo aprendemos a comportarnos?
Las conductas que los niños (y también los adultos) muestran, dependen de las consecuencias que estas conductas producen, es decir, los comportamientos o conductas que obtengan consecuencias positivas, tenderán a repetirse en el futuro. Igualmente, las conductas que producen consecuencias negativas, tienden a reproducirse con menor probabilidad.
Este principio básico de aprendizaje es el que seguiremos a la hora de modificar las conductas de desobediencia de los niños
  • Desobediencia: ¿qué hacer?. Es necesario registrar durante un periodo de tiempo por ejemplo una semana el número de veces que el niño o la niña se niega a obedecer. Si el niño o la niña realizan el registro o colaboran en el mismo es mucho mejor para los futuros resultados de la intervención.
  • Elegiremos las instrucciones o normas a las que consideramos más urgente que obedezca.
  • Es necesario informar al niño o la niña de los progresos en obediencia, trasmitiéndole confianza en que puede conseguirlo, y que si le exigimos, es porque sabemos que puede hacerlo.
  • Plantear un plan de premios que podrá obtener por obedecer (tiempo de juego, salidas o pequeños regalitos) y las consecuencias negativas (castigos) que puede tener por desobedecer (eliminar un privilegio, no ver TV...). Pero los reforzadores más importantes para niños y niñas son; el cariño, la atención, las sonrisas y la aprobación de los adultos que le rodean.
  •  La exigencia a obedecer debe ser gradual. Se debe comenzar por cosas a las que le resulte fácil obedecer para que podamos premiarlo/ a por ello sobre todo con nuestra atención, para que “le coja gusto o le compense ser obediente”.
  • Asociar la obediencia a las tareas cooperativas “yo escribo mientras tu haces las tareas, recogemos juntos...”, Realizar actividades juntos no significa hacerlo por él o ella.

DAR ÓRDENES DE MANERA ADECUADA
  • Distinguir órdenes de peticiones: las órdenes están referidas a normas y responsabilidades básicas del niño; las peticiones son más bien favores o caprichos personales, que de alguna manera pueden o no cumplir.
  • Reducir el número de órdenes: se dan de una en una, a mayor edad se pueden ampliar.
  • Orden clara: el niño tiene que saber perfectamente lo que debe hacer.
  • Dar la orden con seguridad y contundencia: tono de voz firme, sin dar alternativas.
  • Dar la orden cerca del niño, mirándole y asegurándonos de que nos está escuchando.
  • Si el niño no quiere o no obedece: no ceder porque la próxima vez tampoco lo cumplirá.
  • Obligarle adoptando medidas: llamarle la atención (máximo tres veces) y si aun así no lo hace, adoptar alguna de las medidas que exponemos a continuación.

MEDIDAS ESPECÍFICAS SI SE INCUMPLEN LAS NORMAS O LAS RESPONSABILIDADES
1. Recordar la norma o responsabilidad
2. Regañar: con buenas palabras pero contundentes y a la vez explicarles cómo esperamos que actúe.
3. Sufrir las consecuencias.
4. Sobrecorrección: repetir lo que no ha querido hacer o reparar el daño realizado.
5. Retirada de privilegios: suprimir temporalmente objetos o actividades agradables.
6. Tiempo fuera: retirar al niño a un sitio aburrido, sin ningún estímulo, pero seguro y que no le de miedo. Estará tantos minutos como años tenga. Previamente el niño debe conocer que el tiempo que va a  estar allí es limitado. Si se escapa, se le hará volver y  se le penalizará con un minuto más. No comentar lo sucedido.

Para rematar, otro consejo respecto a este tema sería el "no mandar por mandar".
No dar órdenes intrascendentes e innecesarias. Muchas veces son nimiedades que es mejor olvidarse de ellas.Las órdenes verdaderamente secundarias es mejor.


Os animo a que pongáis en prácticas estas estrategias, aún si vuestro hijo es muy pequeño, ya que los límites y las normas deben aplicarse en todos los niveles de desarrollo de los niños.



 http://psicologo-infantil-zaragoza.blogspot.com.es/2013/05/obediencia-te-lo-repito-mil-veces-y.html
http://www.bekiapadres.com/articulos/ninos-desobedientes-como-mandar-hijos/

viernes, 3 de mayo de 2013

El ciclo de la violencia de género


"Nunca se entra, por la violencia, dentro de un corazón." Molière (Jean-Baptiste Poquelin): 


La Ley Integral contra la Violencia de Género hace hincapié en la violencia ejercida contra las mujeres en el marco de las relaciones afectivas. En este sentido, la teoría del “ciclo de la violencia”, formulada por la antropóloga Leonor Walker en su libro de 1979 The Battered Women (Las mujeres maltratadas), es muy útil para entender los comportamientos de algunas mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas. El “ciclo de la violencia” ayuda a comprender, sobre todo, la vuelta de la víctima con su agresor, algo que puede provocar en algunas/os profesionales un cierto sentimiento de fracaso.


El “ciclo de la violencia” comprende 3 fases:
Fase 1. Acumulación de tensión.
La tensión es el resultado del aumento de conflictos en la pareja. El maltratador es hostil, aunque aún no lo demuestra con violencia física, y la víctima trata de calmar la situación y evita hacer aquello que cree que disgusta a su pareja, pensando que puede evitar la futura agresión. Esta fase se puede dilatar durante varios años.
Fase 2. Explosión violenta.
Es el resultado de la tensión acumulada en la fase 1. En esta segunda etapa se pierde por completo toda forma de comunicación y entendimiento y el maltratador ejerce la violencia en su sentido amplio, a través de agresiones verbales, psicológicas, físicas y/o sexuales. Es en esta fase cuando se suelen denunciar las agresiones o se solicita ayuda, ya que se produce en la víctima lo que se conoce como “crisis emergente”.
Fase 3. Arrepentimiento.
Durante esta etapa la tensión y la violencia desaparecen y el hombre se muestra arrepentido por lo que ha hecho, colmando a la víctima de promesas de cambio. Esta fase se ha venido a llamar también de “luna de miel”, porque el hombre se muestra amable y cariñoso, emulando la idea de la vuelta al comienzo de la relación de afectividad. A menudo la víctima concede al agresor otra oportunidad, creyendo firmemente en sus promesas. Esta fase hace más difícil que la mujer trate de poner fin a su situación ya que, incluso sabiendo que las agresiones pueden repetirse, en este momento ve la mejor cara de su agresor, lo que alimenta su esperanza de que ella le puede cambiar.
Sin embargo, esta etapa de arrepentimiento dará paso a una nueva fase de tensión. El ciclo se repetirá varias veces y, poco a poco, la última fase se irá haciendo más corta y las agresiones cada vez más violentas. Tras varias repeticiones del ciclo, la fase 3 llegará a desaparecer, comenzando la fase de tensión inmediatamente después de la de explosión violenta.
Recuerda que...
  • Si estas siendo víctima de un maltrato, tú no eres la responsable.
  • El uso de la violencia nunca está justificado.
  • Estas agresiones se repetirán y se agravaran con el tiempo.
  • No estás sola. Puedes contar con ayuda de especialistas.

No ignores las señales, elige vivir !!

martes, 30 de abril de 2013

Infidelidad, recomendaciones



¿Cómo enfrentar una crisis de infidelidad?


Recomendaciones
Usualmente las infidelidades de una noche causan menos daño que un engaño que se ha mantenido en el tiempo.
El quedarnos pegados en el engaño no sólo no nos dejará mirar hacia el futuro sino que nos traerá dificultades en el presente. Lo mejor es realizar actividades que te despejen la mente, que te relajen. No dediques todo el tiempo a pensar en lo ocurrido.
Os voy a presentar unos consejos que debeís tener en cuenta cuando se está pasando por una situación así, recordad siempre que ante cualquier técnica, lo importante es la actitud y eso se resume en QUERER HACERLO.
En los problemas de esta naturaleza, siempre es más importante conocer las causas que las acciones en sí. Eso es lo que ayuda a entender el comportamiento infiel.
Evaluar daños. Lo primero que debes tener en cuenta es de qué forma afectó la infidelidad en tu vida. Si fue de una vez o durante años, puede significar una diferencia en cómo enfrentarla. Sin duda, todo depende de la persona.
Establecer un objetivo. Luego de sufrir una infidelidad y de reconocer el valor que ella o el tuvo sobre tu vida, es importante que establezcas un objetivo de superación y reconstrucción de la autoestima perdida.
Asumir la realidad. Asumir el engaño y cómo te sientes al respecto, es fundamental en la recuperación. No tiene nada de malo pedir consejo y oído a tus mejores amistades o familia. Recuerda que tú no has hecho nada malo.
Evitar la morbosidad. No caigas en la morbosidad de querer saber cómo es ella o como es el, o qué tiene mejor que tú. Una actitud así sólo te ayudará a bajar más tu autoestima. Recuerda que el problema no es que ella o el sea mejor que tú. Y si bien un engaño nunca ocurre de la nada, ya que por lo general es producto de problemas de la pareja, ambos tienen algo de responsabilidad.
“Cualquier tema en la pareja hay que hablarlo”.
La comunicación es la clave para resolver cualquier cosa. Por lo mismo, si hay un buen nivel de comunicación, dudo que se llegue a la infidelidad, porque la persona resolvería, antes de llegar a ser infiel, el o los temas que los están aquejando”.
“Cuando se llega a la infidelidad, hay que buscar las causas y no los culpables, como suele hacerse. Es decir, reflexionar sobre qué pasó en la pareja que se abrió un espacio para otra persona… Porque, ciertamente, cuando todo está bien, no hay espacio para ‘un otro’, hombre o mujer. Por eso hay que preguntarse qué le pasó a la relación”.
“La pareja es un sistema. Son dos que se interrelacionan.
Hay que ver qué falló en ese sistema: ver qué le pasó a la compañera o al compañero, para ver si hay opciones de trabajar juntos en eso, en el craso de que se pueda. Si la infidelidad deja muchas heridas y la pareja no se puede rearmar, lo mejor es que se separen. Muchas veces, cuando optan por “dejar pasar el hecho”, sin hablarlo, se da el espacio para rencores permanentes”.
Encuéntrate contigo. Nada mejor para superar una mala experiencia que darte tiempo para ti, para saber cómo te sientes y darte cuenta de lo que necesitas para sanarte. Cada experiencia es única y si bien hay generalidades, cada cual tiene una forma y ritmo de sanción distinto. 
Date el espacio que necesites para vivir lo que te esta pasando. Cada uno tiene su tiempo y espacio para hacer las cosas y si no te sientes a gusto saliendo, no lo hagas. No hay nada peor que responder a las exigencias del resto y olvidarte de las propias.
No todos son iguales. Darte una nueva oportunidad y abrir tu corazón a otra persona sólo te traerá cosas positivas. Evita el odio y el rencor y elimina la frase de todos los hombres o todas las mujeres son iguales.
Confesión
“Es un ‘atenuante’ que alguien confiese una infidelidad, porque -por lo menos tuvo el respeto y la sinceridad para decirle a la pareja lo que pasó o pasa con otra persona, y no la mantiene engañada.
Pero igual va a doler; va a haber un quiebre y no se va a atenuar el dolor. Podría atenuar el conflicto comunicacional que se podría dar después de la confesión”.
“Cuando tú descubres la infidelidad, es porque te estaban engañando. No hubo respeto, por lo que puede significar un dolor más grande; pero en ambos casos el quiebre se da por las mismas razones”.
“Las teorías neuropsicológicas confirman que existe mayor cantidad de hombres que pueden mantener relaciones físicas (sexuales) sin involucrar un componente afectivo. Eso lo hace mucho más libre, más propenso a vincularse con otra persona; por ende, sin tanta complicación.
Para la mujer es distinto: químicamente, el cerebro funciona distinto, por lo que existe mayor compromiso emocional…”.
“El tema de la infidelidad de hombres y mujeres, más que nada, tiene que ver con algo cultural. Eso influye más que nada… a veces, todo se trata de represiones o de permisos sociales para el hombre. Nada se puede justificar por el componente neuropsicológico; eso da un contexto, pero nada más…”.
Reacciones
Para el psicólogo Juan Pablo Carnevali, “una infidelidad siempre significa una situación complicada para las parejas, pero hombres y mujeres tienen diferencias. Por ejemplo, ella suelen valorar mucho más la parte emocional, por lo que les cuesta disociar un encuentro sexual de la pareja sin que haya sentimientos. Además del componente físico, ella se siente herida en su amor”.
“El hombre cuya pareja le ha sido infiel siente que su orgullo masculino ha sido herido.
Muchas veces, lo ve como un ataque de género del cual cuesta mucho reponerse.
Después comienza a tomar el peso de las implicaciones emocionales. Al principio reacciona desde la venganza, lo que es una actitud muy machista”.
“Lo ideal es que ambos conversen y vean cuál es el camino que quieren seguir. No siempre es recomendable que lo intenten de nuevo, porque hay ocasiones en las que los sentimientos siguen heridos, a pesar de los esfuerzos que se hacen. Ambos deben ser honestos y actuar en consecuencia”.
No involucres al resto. Los problemas de pareja, son exclusivamente de los dos. Suele suceder que las el afectado rechace a las amistades del infiel, pero ten algo en cuenta, los amigos no tienen nada que ver en los problemas con tu pareja y pueden seguir siendo leales a ambos.
 “Si no hay hijos, quizás sea más fácil separarse. Muchas veces, las parejas aluden a sus hijos para seguir juntos, aunque la relación ya no sea buena. En la mayoría de los casos, una infidelidad desgasta el amor, sobre todo porque elimina un factor fundamental: la confianza. Si ésta no existe o ha sido quebrantada, la persona se vuelve más insegura”.
Lo más recomendado es enfrentar la situación y no esperar que las cosas ‘se pasen solas’. Incluso, hay algunas personas que tienen sospechas o están convencidas de que la pareja le es infiel, y esperan a pillarlas o a que lo confiesen.
Eso es muy perjudicial: la clave está siempre en hablar con la verdad y el respeto que ese otro merece”.
Equilibrar mente y corazón. Piensa en frío. La rabia y el dolor pueden nublar tu buen juicio y por eso es mejor esperar a que se calmen las cosas, conversar con tu pareja y evaluar la posibilidad de reconstruir la relación o definitivamente optar por otro camino.
Ayuda profesional. Cuando ya no sólo el problema te afecte a ti, en cuanto a cómo te sientas, y empiece a afectarte en todos los aspectos de tu vida cotidiana, como las relaciones en el trabajo, familia o amigos, deberías considerar la posibilidad de que tú sola ya no te bastas para resolver el problema y acudir a un profesional que te pueda orientar, sobre todo si estas al borde de una depresión.