martes, 18 de junio de 2013

preguntas y dudas

¿Nos hacemos las preguntas adecuadas?



Cuando las cosas no van tan bien como uno quisiera, cuando uno no se siente a gusto, termina cuestionando todo pero sobre todo se cuestiona a sí mismo. Y más temprano que tarde se formula preguntas que en muchas ocasiones lejos de capacitarle para afrontar la situación le llevan a mantenerse en el mismo caos mental sin proporcionar posibles alternativas que permitan dar una solución a la situación. Y es que hoy, quiero tratar este “partido mental” de preguntas y respuestas que muchas veces se da en nuestra cabeza y que si bien unas veces nos encumbra otras nos hunde en lo más bajo del lodazal.

Lo cierto es que las preguntas tienen una extraña cualidad, no puedes dejar de responderlas. Pero normalmente no nos paramos a reflexionar sobre el impacto que tienen las preguntas que nos realizamos. Nos limitamos a preguntarnos por preguntar. Y aquí está el gran error, no todas las preguntas son igual de válidas. Porque aunque todas las pregunta te hacen pensar, no todas te movilizan de la misma manera. Por eso nuestra propuesta es que te cuestiones las preguntas que te haces. Éstas, ¿te capacitan o te incapacitan? Las buenas preguntas son las que promueven una nueva comprensión, se focalizan en las soluciones, mueven a la acción y ayudan a responder a la situación.

Por el contrario, estarían aquel tipo de preguntas que podemos llamar limitantes y que a diferencia de las anteriores ponen el acento en el problema y no en la solución. Son un tipo de preguntas que tienden a crear bucles repetitivos que nos impiden avanzar. La solución pasa por ser consciente de tu lenguaje interno, en este caso de las preguntas que te realizas, y es que has de saber que si la pregunta no es la adecuada tu respuesta va a estar en consonancia a ello. De algún modo, la calidad de tus preguntas determina tu calidad de vida.

Veamos algunos de ejemplos de preguntas limitantes en las que muchos solemos caer en el día a día y que nos llevan a centrarnos más en el problema, sin promover ningún tipo de acción ni ofrecernos un nuevo enfoque que permita solucionar la situación. Estas serían algunas preguntas a evitar y algunos cuestionamientos a tener en cuenta:
  • ¿Por qué siempre me ocurre a mí? Es la típica pregunta que todos más o menos nos cuestionamos cuando acaece una adversidad. Mira a tu alrededor, observa que muchas personas están en tu misma situación e incluso peor. Muchas se estarán lamentando como tú, pero otras lo viven de forma más positiva. ¿Por qué no puedes hacerlo tú también?, ¿seguro que no hay nada de positivo en todo ello?
  • ¿Y si no soy capaz de conseguirlo? Tienes miedo a no ser lo suficientemente bueno para lograr tus objetivos, y tu miedo a no alcanzar las metas te lleva a la derrota. No olvides que la única derrota que puedes tener es no haberlo intentado. No tienes obligación de acertar, ni de no fallar, tu único deber contigo mismo es hacer el camino, es intentarlo.
  • ¿Por qué no gusto o no caigo bien a los demás? No tienes que gustar a todo el mundo, a ti tampoco te gusta todo el mundo. Fíjate en las personas a las que les gustas, son muchas más de las que te imaginas. Es tu inseguridad lo que te lleva a pensar así. Lo más importante es que tú te aceptes como eres, esa es la base para que los demás también lo hagan.
  • ¡Cuántas cosas me faltan! Esto no sería una pregunta, sino una exclamación, casi un lamento. Te afliges por lo que te falta ¿de verdad lo necesitas? ¿Para qué? ¿Serías más feliz con esas cosas que hoy no tienes, o a los tres meses estarías igual? Tal vez si lo enfocases desde el otro ángulo, la visión sería mucho más positiva. ¿Por qué no ves lo que tienes? ¿Te has parado a pensar en las muchas cosas buenas que posees?
  • ¿Cómo voy a olvidar? Si has tenido cosas buenas en el pasado y hoy no las posees, muéstrate agradecido por haberlas disfrutado, otras personas no han podido. Si lo que no puedes olvidar son malos momentos o errores, entonces aprende de ellos, saca su lado positivo, no te quedes solo con el dolor y el sufrimiento.
  • ¿Qué van a pensar de mí? No puedes actuar en función de lo que opinen o no los demás, tienes que actuar en función a tu criterio personal, a tus convicciones. No olvides que eres tú el que debe dirigir su vida.
  • ¿Qué pasaría si…? El mundo es de los valientes. La gente no te va a rechazar si eres una persona coherente con tus sentimientos y actúas en función a ellos, y siempre y cuando respetes a los demás.
  • ¿Cuándo cambiarán las cosas? Las cosas no cambian por sí mismas, cambias tu modo de actuar o de verlas. El mundo no cambia solo, lo cambian las personas y en ese grupo estás tú.
En definitiva, lo que os queremos transmitir es el gran potencial que encierran las preguntas, porque una pregunta bien hecha tiene el potencial para cambiar de raíz el prisma con el que vemos el mundo. Y este mundo, en el que cambio se ha acelerado, si hay algo que prima es la necesidad de hacerse buenas preguntas porque como diría Benedetti, ahora que creíamos que teníamos todas las respuestas, de repente nos cambian todas las preguntas.


"La pregunta llega muchas veces terriblemente más tarde que la respuesta."












www.devivencias.com/%C2%BFnos-hacemos-las-preguntas-adecuadas


domingo, 16 de junio de 2013

Cómo mejorar las habilidades sociales

          

Cinco técnicas          

Mejorar las habilidades sociales no solo te ayudará a convertirte en una persona más agradable sino que te abrirá muchas puertas en la sociedad e incluso te reportará beneficios a nivel psicológico ya que te hará sentir más seguro de ti y más satisfecho con la vida.

Afortunadamente, las habilidades sociales son formas de actuar que se aprenden a lo largo de la vida, no son innatas sino que, si nos esforzamos, podemos desarrollarlas de adultos. Básicamente, existen unas habilidades sociales básicas (que serían: saber escuchar, hacer las preguntas adecuadas, saber cómo comenzar y terminar una conversación…) y hay unas habilidades más complejas (aceptar las críticas, saber pedir ayuda, convencer a los demás a través del discurso…).

Mejorar las habilidades sociales, tanto las básicas como las más complejas, es esencial en nuestra sociedad  ya que prácticamente todo nuestro día a día se basa en la comunicación interpersonal. Ya no estamos en el tiempo de las cavernas cuando la fuerza y las habilidades físicas eran fundamentales, hoy la sociedad valora mucho más la inteligencia y la sociabilidad.

Por eso, en esta oportunidad me gustaría compartir algunas sencillas técnicas para mejorar las habilidades sociales. Te bastará aprenderlas, analizar la situación y aplicarlas siempre que sea necesario.

1. La técnica del disco rayado: consiste en repetir una y otra vez, como si fuésemos un disco rayado, nuestra opinión. Esta técnica es particularmente útil con los vendedores pero también para enfrentar a aquellas personas que intentan desvirtuar la conversación por otros derroteros, quizás en porque intentan convencernos de una idea diferente a la nuestra, una idea que en realidad no nos interesa. De esta manera le estamos demostrando, sin alterarnos, que tenemos un objetivo bien preciso y estamos dispuestos a seguirlo.

2. Aserción negativa: quien haya pasado por un tribunal de tesis, seguramente conocerá esta técnica pero lo cierto es que también es muy útil en otros contextos, sobre todo cuando la otra persona tiene más poder de decisión que nosotros. Consiste, básicamente, en buscar un punto en común con la crítica que realiza la otra persona, dándole parte de la razón y, a la misma vez, exponiendo otro punto de vista.

Por ejemplo, tu pareja te recrimina porque llegaste muy tarde a casa: “Tenías que haber llegado más temprano, tu actitud es inconcebible…

A lo que podemos responderle: “Es cierto que he llegado tarde (aserción) pero teniendo en cuenta que casi nunca salgo (el otro punto de vista), no pensé que fuese un problema para ti”.

3. La técnica del sándwich: el principal objetivo de esta técnica es hacer llegar una crítica y lograr que esta sea bien recibida. Para ello, comenzamos puntualizando un aspecto positivo, a continuación mencionamos algo que se podría mejorar y terminamos con unas palabras de ánimo.

Por ejemplo: “Ya sé cuánto te has esforzado por terminar este proyecto. No obstante, creo que podrías prestarle un poco más de atención a (crítica). Estoy segura de que muy pronto conseguirás mejorar ese aspecto. Tienes mucho potencial”.

4. Repetir los mensajes de la otra persona: el error más común de las personas que se sumergen en una discusión es parapetarse detrás de su punto de vista. Con esta técnica, le estarás demostrando al otro que escuchas sus puntos de vista y los comprendes. En realidad, te bastará retomar sus palabras, sobre todo las que se relacionan con las emociones.

Por ejemplo: Sé que te sientes molesto porque (la causa) y lo comprendo perfectamente…

5. Dar afecto: quizás te parecerá una tomadura de pelo pero lo cierto es que la inmensa mayoría de las personas reacciona de forma positiva ante el afecto por lo que esta es una de las principales habilidades sociales a desarrollar.

Dar afecto no significa que debemos besar a un desconocido sino que debemos demostrar con nuestro lenguaje extraverbal que la apreciamos como persona y que estamos abiertos al diálogo. Para ello es fundamental dar un apretón de manos cordial, esbozar una sonrisa siempre que la situación lo permita, mantenernos ligeramente inclinados en actitud de atención y, sobre todo, jamás cruzar los brazos a la altura del pecho.









viernes, 14 de junio de 2013

educación niños

¿Cómo enseñar a los niños a ser amables?

Infocop | 
En una sociedad donde la violencia parece estar bastante presente, muchos padres se preguntan de qué modo pueden educar a sus hijos en valores -tales como la amabilidad, la empatía y la compasión hacia los demás, entre otros-, y a partir de qué edad comienzan a adquirirlos.

A este respecto, las últimas investigaciones en el campo de la psicología del desarrollo, han encontrado que los niños son capaces de mostrar signos de empatía desde una edad muy temprana. Estos resultados ponen de relieve la necesidad de fomentar, tanto desde el contexto educativo como familiar, la conducta prosocial como un instrumento para el desarrollo de la personalidad durante la infancia y la adolescencia.

En este sentido, los padres deben actuar como modelos de empatía y de valores socio-morales positivos, alentando a sus hijos a ser amables, justos y responsables. Para ello, la APA (American Psychological Association –Asociación Americana de Psicología), propone una serie de pautas que pueden llevarse a cabo desde el ámbito familiar:

1.  Es importante hacer ver a los niños, lo mucho que significa para usted que se comporte con amabilidad y responsabilidad. Cuando vea a su hijo actuando de forma desconsiderada e irresponsable, debe hacerle saber de inmediato que no está de acuerdo con este tipo de conductas. Hable con firmeza y honestidad, criticando el acto en sí, no al niño, por ejemplo: “Esto que acabas de hacer no ha sido muy amable” en lugar de “Tú no eres amable”.
Asimismo, hay que darle una explicación del por qué desaprueba esta conducta, por ej.: "Mira, Juan está llorando. Llora porque te has llevado su juguete, y eso no ha estado bien”.
Es importante que los niños sepan hasta qué punto le preocupa su comportamiento hacia los demás. Si ven que para usted es importante, también lo será para ellos.

2.   Sea franco, honesto y directo con sus hijos acerca de qué comportamientos son adecuados y cuáles no. Dé explicaciones directas y concisas: la idea es enseñarles, no hacerles sentir culpables.

3.   Los niños suelen buscar “pistas” en sus padres y otros adultos sobre la manera en que deben comportarse. Si usted actúa consistentemente de forma amable y compasiva, es probable que sus hijos también lo hagan.

4.   Tenga en cuenta que si usted dice una cosa y hace otra, sus hijos prestarán mucha más atención a lo que hace. La advertencia "Haz lo que yo digo, no lo que hago" simplemente no funciona, sobre todo cuando se trata de enseñar normas de conducta.

5.    Intente que su hijo se rodee de personas amables y comprensivas, para que disponga de varios modelos a seguir.
Si usted trata a sus hijos con tolerancia, respeto y consideración, le ayudará a entender que todos los seres vivos deben ser tratados de igual forma, y actuarán en consecuencia, respetando estos valores.

Por otro lado, es comprensible que los padres puedan sentirse preocupados por la influencia que pueden ejercer sobre sus hijos algunos factores externos como el grupo de iguales o la violencia que aparece en determinados programas de televisión y/o películas.

Con el fin de determinar de qué manera puede afectar la televisión a los niños y jóvenes, el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. realizó un estudio, cuyos resultados evidenciaron una tendencia, por parte de los niños, a imitar el comportamiento que ven en la televisión.

A este respecto, la APA aconseja a los padres limitar la visión de programas violentos y animar a sus hijos a que vean programas que promuevan valores éticos y morales. Para ello, hace una serie de recomendaciones:

1.   Infórmese sobre las películas que sus hijos desean ver. ¿Qué modelos de actuación ofrecen? ¿Promueven la violencia hacia las personas o los animales? Ayude a su hijo a desarrollar una reacción crítica ante lo que ve en la TV, preguntándole sobre lo que ha visto y animándole a considerar otras actitudes que los personajes podrían haber tenido.

2.     Enséñele libros que promuevan comportamientos prosociales. Tenga en cuenta, que los personajes deben ser modelos con los que puedan sentirse identificados.

3.   Háblele sobre personalidades famosas que realicen o hayan realizado actos altruistas. Averigüe a qué personajes admira su hijo y por qué.

4.     Anime a su hijo a involucrarse y participar en tareas de voluntariado, fomentando así la responsabilidad, la tolerancia y la empatía.

Los expertos señalan que cuando los niños perciben que son queridos y que tienen una base segura en el hogar, tienden a prestar más atención a los demás. En cambio, si se sienten privados de amor y de atención, suelen centrarse en sí mismos y en sus propias necesidades.

De este modo, las normas y valores que se practiquen en el hogar, determinarán la conducta social que manifiesten los niños en su vida diaria.





Fuente: APA



lunes, 10 de junio de 2013

curiosidades !!

Las mentiras se descubren en el rostro



   
Una pantalla en una habitación a oscuras. Una estudiante observa un filme repleto de horror, mutilaciones y dolor. Se puede ver que está visiblemente conmocionada. Al final de las dramáticas escenas aparece en la pantalla una orientación: "Debe describir el filme como si hubiera estado viendo flores o niños jugando en un hermoso parque". Posteriormente una persona comienza a entrevistarla.

Este ingenioso experimento fue ideado por Ekman, experto en comunicación no verbal del Instituto de Langley Porter de San Francisco. ¿Su propósito? Determinar cuáles son los signos que nos pueden indicar que una persona está mintiendo.

A las estudiantes también le mostraron películas alegres y le realizaron la correspondiente entrevista. De esta manera se podían comparar los gestos faciales de las historias verídicas con aquellas falsas. Sabiamente, se escogieron estudiantes de enfermería para este experimento pues por su profesión, estas personas intentaban ocultar su conmoción ante el sufrimiento ajeno y la mutilación física observados en el filme, de esta forma, se esforzaban en mentir mejor.

Pero… ¿por qué fijarse solamente en el rostro? Porque los músculos de la cara son extremadamente sensibles y dejan entrever rápidamente sus emociones. Más de mil expresiones faciales diferentes son anatómicamente posibles. Para mostrar todas las expresiones que puede adquirir un rostro serían necesarias dos horas.

¿Cuáles fueron los resultados? ¿Cuáles son esos detalles insignificantes que los delatan?

Aparecieron tres categorías:

1. Aquellas que eran extremadamente hábiles para mentir por lo cual un análisis superficial de sus rostros no arrojaba ningún dato revelador.

2. Aquellas que eran aparentemente incapaces de mentir y rápidamente decían la verdad.

3. Aquellas que no mentían del todo bien.


¿Cuáles fueron los gestos reveladores? Realizaban menos gestos que los que habitualmente acompañan a una conversación: no señalaban, no daban ideas del tamaño o dirección. En fin, los conocidos gestos que nos sirven para ilustrar nuestros relatos. Estos movimientos fueron sustituidos por gestos de nerviosismo como frotarse las manos, rascarse, humedecer los labios...

Pero en sentido general, se observó que la clave, tanto para aquellas personas que son excelentes mentirosos como para aquellos que no lo son tanto, se encuentran en el inicio y fin de la sesión de mentiras. Es decir, la mayoría de nosotros sabemos fingir expresiones que denotan alegría, enojo o tristeza pero no sabemos cómo hacerlas surgir inmediatamente, cuánto tiempo mantenerlas o en qué instante deben desaparecer. El ejemplo más explícito es cuando recibimos un regalo que no nos ha gustado pero debemos fingir alegría. En este punto probablemente mostramos una sonrisa de oreja a oreja que dura media hora y, por ende, los otros descubren que es falsa.

Para comprender mejor por qué las mentiras se descubren en el rostro y a través de las emociones resultan muy aclarativas las observaciones de Damasio: los músculos de la cara pueden activarse de manera consciente o de forma automática (semiinconsciente). Sin embargo, las zonas del cerebro que participan en su activación son diversas; por lo cual, los movimientos que se obtienen son diferentes. Contando además que existen pequeños músculos que solo se activarán de forma automática, por lo cual, existen mínimos movimientos que solo podrán ser realizados si verdaderamente son sentidos por la persona.









Fuentes:
Damasio, A. R. (2001) El error de Descartes. Barcelona: Crítica.
Ekman, P. & Friesen, W. V. (1975) Unmasking. The face: a guide to recognizing emotions from facial clues. New Jersey: Prentice Hall.

viernes, 7 de junio de 2013

Amor

El rostro enfermizo del amor

Hasta un 5% de la población conoce la cara más oculta del amor. Unos viven en un perpetuo estado de enamoramiento con varias personas a la vez y otros se «enganchan» a una semejante, como si fuera una droga.

Apenas se ha hablado de la adicción al amor. Quererse nunca debería ser algo negativo, porque tiene como resultado un reforzamiento positivo: el cariño. Pero existe una diferencia inmensa entre amar y ser un adicto al amor. También existe una amplia distancia entre estar más enamorado de la idea del amor que de tu propia pareja. El núcleo de la fantasía en la adicción al amor es la expectativa de que alguien más puede resolver los problemas, por lo que los afectados proporcionan una consideración positiva incondicional en todo momento al objeto de adicción. Cuando no se cumple esta necesidad realista, los adictos amor pueden sentirse resentidos y acabar generando conflictos en sus relaciones con los demás (culpándoles de que sus expectativas no se han cumplido).

La adicción al amor puede dirigirse a una persona (amantes, amigos, hijos…). Este tipo de adicción conlleva el no poder vivir con independencia del otro, sentir que es posesión. La adicción también puede manifestarse a través de la idea de tener una relación, como ya hemos comentado (están más enamorados de la idea de tener pareja que de la persona). Podemos encontrar aquellos que rompen y reinician relaciones, y los que se aferran a los efectos reforzantes de su relación (“Te odio pero no puedo dejarte”). Por último, existen personas adictas al romance, la aventura, la pasión… Se preocupan por los rituales románticos: citas, cenas, sexo en lugares poco comunes… toda la parafernalia tentadora del romance pasajero. Incluso hay muchos que tienen varias relaciones a la vez.

Stanton Peele fue quien, en 1975, definió como tal la adicción al amor como «personas que carecen de autoestima y dudan de su lugar en este mundo, no tienen familia ni relaciones amistosas ni un objetivo que les motive en la vida. En su infancia han sufrido algún tipo de déficit afectivo en cuanto a la confianza por parte de los padres, sobre la oportunidad de comprometerse con otra persona y capacidad para hacer amigos». Según los especialistas, la adicción al amor podría ser un patrón más habitual en hombres, mientras que las mujeres suelen adentrarse en relaciones enfermizas y dependientes.

“Mátame, pero no me hagas daño…”

-Tienen como objetivo vital encontrar una pareja con quien pasar el resto de sus días. Su objetivo de la felicidad está distorsionado: no se dan cuenta de que ésta no debería encontrarse en otra persona, sino en ellos mismos.
-Codependencia, presente sobre todo en mujeres. Estas personas confunden el amor que creen sentir con una adicción y obsesión totales hacia otra persona. Esto hace que muchas veces sea imposible abandonar una relación que les está haciendo infelices. Es una adicción y, como toda adicción, primero debe acontecer en la conciencia para decidir dejarla. En esta incesante voluntad de que esta persona destructiva sea el hombre o la mujer de sus sueños (sin ellos su vida sería insoportable), el adicto al amor puede llegar a perder su propia identidad y tolerar malos tratos porque están dispuestos a pagar cualquier precio para retener a esa persona.

-Miedo al abandono y a la soledad, lo que hace que prolonguen y reanuden relaciones destructivas. La pareja es su prioridad, la persona más importante en su vida, y por esta razón procura pasar el mayor tiempo posible con él o ella y le dedica muchos esfuerzos, llegando incluso a descuidar a sus amistades y a quedarse muy solos (por ocultarse a sí mismos la dependencia de los demás). El adicto al amor vive en constante infelicidad ante el temor constante de que llegue el momento en el que pueda suceder la “temida” ruptura.

-Celos descontrolados y sentimiento de posesión: inseguridad sobre la relación y sensibilidad hacia las críticas de la pareja.

-Sobreocupación: en muchos casos son personas que no paran en todo el día: trabajan de más, se preocupan de más… Incluso en muchas ocasiones padecen depresión, sufrimiento o cansancio crónico. Tienden a ser el hombro en el que llorar, porque intentan resolver los problemas de los demás, y enferman a causa de la relación sentimental en la que se encuentran.
-Evitan las responsabilidades que tienen hacia ellos mismos vinculándose a personas que no les corresponden o no les hacen caso.

Según la entidad Adictos al Sexo y al Amor Anónimos, existen otras características: mantienen relaciones sexuales y/o se vinculan afectivamente sin conocer a las personas, e utilizan el sexo o la dependencia emocional como sustitutos del cariño, cuidado y afecto que otros obtienen en el seno de una relación sana. También emplean el sexo y los enredos emocionales para controlar a los demás.

La vida del adicto al amor es compleja y discurre por caminos complicados, con problemas económicos derivados de las relaciones paralelas y porque pueden llegar a enviar cientos de mensajes de móvil en un día.

Conciencia de la adicción

Todas estas obsesiones o fantasías románticas o sexuales paralizan y e impiden concentrarse en las tareas diarias a los adictos al amor. Al igual que con cualquier otra adicción, la recuperación implica un proceso de autodescubrimiento. Se requiere la adopción de medidas específicas: romper con la negación y el reconocimiento de la adicción, ser dueño de las consecuencias perjudiciales de la adicción e intervenir para detener el ciclo adictivo.

En última instancia, los adictos al amor deben entrar en un proceso de duelo para tratar el dolor emocional subyacente que está en el centro de la adicción. En el libro de Pia Mellody, Adicción al amor: cómo cambiar su forma de amar para dejar de sufrir, la autora aborda el proceso de recuperación y explora las experiencias de la infancia que pueden actuar como factores de riesgo para el futuro desarrollo de la adicción al amor. También Adictos al Sexo y al Amor Anónimos ofrece un marco de apoyo para comenzar el proceso de recuperación.







Fuente | PsychCentral
Imagen 1 | http://plenitudyconsciencia.blogspot.com.es
Imagen 2 | Amor y Amistad

lunes, 3 de junio de 2013

Habilidades sociales

¿Qué son las habilidades sociales


Imagen tomada de photl.com
Los educadores ofrecen muchas veces la recomendación de mejorar las habilidades sociales y las familias reciben muchas veces esa consigna: deben mejorar las habilidades sociales de su hijo o hija. En esta entrada voy a tratar de explicar qué son de una manera comprensible. 
Frente a una misma situación un niño o niña puede utilizar diferentes estrategias para abordarla. Imaginemos la siguiente escena: un grupo de niños está jugando al fútbol en el patio de recreo y una niña quiere jugar.


Luisa
Luisa adquiere jugar al fútbol con sus compañeros. Para ello se acerca al grupo pero no se atreve a entrar en juego. Cuando se decide, pregunta:
-¿Puedo jugar?
Uno de los chicos responde bruscamente:
-¡No! Ya no puedes; los equipos están hechos.
Luisa cabizbaja se va a otra parte del patio.

Lorena
En la misma situación entra en juego Lorena. Pide jugar y le responden de la misma forma. Sin embargo, Lorena acude a los profesores para decirles que no le dejan jugar, intentando buscar su mediación.

Alejandra
Alejandra también intenta  jugar al fútbol y la respuesta es la misma: no puede jugar porque los equipos  ya están hechos y el partido está en juego.
Entonces Alejandra se dedica incordiar a sus compañeros. En un momento coge el balón con la mano y se echa a correr provocando el enfado de los que estaban jugando. Llega corriendo hasta la valla del patio y tira la pelota al otro lado, a la calle. Con mucho carácter les dice:
-¡Pues si no juego yo… no juega nadie!

Alba
En la misma escena: los chicos jugando, Alba se acerca alegre, entra en el campo y grita:
-¡Juego! ¿Con quién voy?
-No puedes, los equipos ya están hechos –replica a uno de sus compañeros.
-¡Venga! Déjate de equipos… ¡Voy con mi amiga Lara!
-¡Que no puedes! –Insiste uno de los chicos.
-Vamos a jugar todos ¿no? –Responde Alba
-¿A que me dejas jugar? –Dirigiéndose a su amiga Lara
-¡Venga sí deja jugar a Alba! –Anima Lara.
Y el partido continúa.

Qué son las habilidades sociales
Como pueden ver, una misma situación la han afrontado las niñas de forma distinta. Podemos definir de una forma comprensible las habilidades sociales, como las diferentes estrategias que las personas utilizan para relacionarse con los demás.

Clasificación de las habilidades sociales
Se pueden clasificar o agrupar de distinta forma; a mí me gusta la siguiente clasificación:

Habilidades de interacción y comunicación, que son todas aquellas relacionadas con el inicio, mantenimiento y finalización de interacciones y de conversaciones con los demás.

Habilidades relativas a objetos y actividades, en las que estarían agrupadas todas las estrategias relacionadas con la participación en actividades grupales, uso de objetos, compartir, etc.

Habilidades asertivas, las referidas a la expresión de los propios deseos y la defensa de los derechos básicos.

Habilidades relacionadas con la amistad, que son aquellas estrategias que guardar relación con el inicio, cuidado y mantenimiento de las relaciones amistosas.


“El ingrediente más importante en la fórmula del éxito es saber llevarse bien con las personas.”
Theodore Roosevelt





http://familiaycole.com/2013/05/29/que-son-las-habilidades-sociales
www.jesusjarque.com

domingo, 2 de junio de 2013

La mentira

La mentira en los niños y niñas

 

La mentira es un mecanismo de defensa de las personas. Es algo natural en nuestra especie, que cumple varias funciones como proteger la autoestima, el anhelo de ser aceptado y amado, evitar que nos juzguen, proteger la intimidad, obtener lo que se desea, etc.

Es un falso mecanismo de defensa, ya que la mentira nos atrapa en sí misma. Nos lleva al autoengaño y al desequilibrio y malestar emocional. La sinceridad, por lo tanto nos libera y nos aporta salud emocional.

shutterstock 85103197 La mentira en los niños y niñas

Las mentiras son por desgracia, algo habitual en el ser humano. En ocasiones sin saber muy bien porque se produce el mecanismo que nos hace mentir. Es un mecanismo de defensa y de protección. Pero aunque sea algo natural y en cierto modo adaptativo, mentir no es bueno, en el sentido de que la mentira nos atrapa y nos hace no afrontar realidades.

Es fundamental fomentar en los más pequeños el hábito de decir la verdad, para que lo generalicen en su futuro. Ya que ser capaz de decir la verdad y asumir la realidad es muy importante para el desarrollo emocional sano, para la autoestima y para las relaciones sociales.


¿POR QUÉ MIENTEN LOS NIÑOS Y NIÑAS?

Todos los niños y niñas pequeños en algún momento de su desarrollo mienten. Tenemos que ver diferentes tipos y causas de las mentiras de los niños y niñas. Algunas de estas mentiras son naturales y apropiadas, ya que tienen que ver con el mundo de fantasía de los niños. En todo caso son etapas comunes, pero debemos prestar atención a que éstas no se generalicen y se transformen en hábito.
Diferentes tipos de mentira en los niños y niñas
  • Antes de los 5 años, existen unas mentiras, que son naturales y sin intención, su fantasía natural y espontanea, se mezcla con la realidad. Una mentira no tiene más importancia, pero cuando se mantiene pasada esta edad y se convierte en algo habitual, hay que intervenir, puede ser un mecanismo de defensa para mantener la autoestima.
  • Mentira intencionada, sabiendo que están mintiendo y con alguna intención, como:
    • Librarse de un castigo. “ Tengo que decir que yo no he sido, para que no me castiguen”.
    • Conseguir algo que quieren o evitar algo que no quieren. “Si digo que he hecho los deberes, conseguiré un premio”
    • Miedos. “Esto me da miedo, invento algo, una realidad que no me de miedo”.
    • Necesidad de aparentar. “Yo no quiero ser inferior, cuento esto para aparentar ser como los demás o mejor”
    • Imitación de otras personas que mienten. “Mis papás mintieron en esto, es bueno mentir en determinadas situaciones”
    • Mantener la estabilidad. “Si cuento esto, las cosas van a cambiar”.
    • Necesidad de ser aceptado y amado. “Si me muestro como desean y oculto lo que no les gusta me aceptaran”.
    • Dificultad para asumir la realidad. “Esto que estoy viviendo no me gusta, no es como debería ser, mejor es de esta otra manera”.
En estos casos, debemos indagar cual es la causa de la mentira e intervenir. En determinados casos puede llevar detrás un problema mucho mayor que la mentira en sí; en otros casos es un mal hábito que es importante eliminar. Ya que mentir ante cosas como evitar un castigo, puede no tener demasiada importancia, pero si esta conducta se generaliza, ante problemas mayores el niño o niña tendera a mentir, a ocultar lo que le ha pasado y no podremos ayudarle.


¿QUÉ PODEMOS HACER PARA EVITAR LAS MENTIRAS?
  • Sirve de ejemplo desde el principio. No mientas, que los pequeños vean como por complicado que sea decimos la verdad. Utiliza un estilo de comunicación asertivo consistente en ser sincero pero sin dañar a los otros. Afronta la realidad y cuenta las cosas como son.

  • Proporciona un clima de confianza. Procura no juzgar al pequeño cuando éste es sincero. Es importante que los niños y niñas crezcan en un ambiente donde se sientan seguros para contar lo que piensan y sienten, sin miedo a ser juzgados o perder la estima de sus seres queridos.

  • Habla con ellos y explícales la diferencia entre la mentira y la verdad. Y las consecuencias de ser mentiroso y de ser sincero. Puedes emplear cuentos, anécdotas, ejemplos, etc.

  • Refuerza la sinceridad. Cuando el pequeño nos diga la verdad, aunque esta implique reconocer algún mal comportamiento, debemos reforzar al niño o niña por su sinceridad. Explicarle que no nos gusta la conducta que ha hecho pero que estamos contentos y orgullosos porque ha dicho la verdad. Esto no quiere decir que se libre del castigo por la mala conducta. Se castiga la mala conducta pero se premia la sinceridad.

  • No le mientas. Es habitual que ante determinadas cuestiones evitemos decir la verdad a los pequeños para protegerlos y no hacerlos sufrir. Es importante evitar estas mentiras, podemos suavizárselas al niño/a, comunicarle lo que sea de manera asertiva, pero nunca engañarle.

¿QUÉ HACER ANTE LA MENTIRA?

Cuando el niño o la niña mienten, ¿Qué  podemos hacer?
  • Primero es importante saber cuando están mintiendo. Si el niño miente no se mostrará relajado, y cuando le preguntemos no sabrá que responder.

  • Si descubrimos una mentira, no debemos reaccionar de forma desproporcionada. Habla con él en privado y no en público, si le descubres su mentira en público se sentirá abochornado y probablemente aprenda cómo hacerlo para no ser descubierto la próxima vez.

  • Habla con él, pregúntale, e intenta comprender porque miente el pequeño. De esta forma le demuestras, tu comprensión, no se siente juzgado, no teme perder la aceptación y el afecto y se sentirá seguro para decir la verdad.

  • Dependiendo de la causa de su engaño, actuaremos de un modo u otro. En todo caso debemos explicar al pequeño que decir la verdad es bueno. Qué todos hacemos cosas o nos suceden cosas que no nos gustan. Pero que no pasa nada, que debemos ser sinceros y asumir lo que hemos hecho o lo que nos ha pasado. Qué la gente le aceptará con sus defectos o con lo que haya hecho mal, pero que debe contarlo para que los demás puedan confiar en él y puedan ayudarle, aconsejarle o apoyarle.




"El castigo del embustero es no ser creído aun cuando diga la verdad."
Aristóteles  (384 AC-322 AC) Filósofo griego




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Celia Rodríguez Ruiz