lunes, 10 de junio de 2013

curiosidades !!

Las mentiras se descubren en el rostro



   
Una pantalla en una habitación a oscuras. Una estudiante observa un filme repleto de horror, mutilaciones y dolor. Se puede ver que está visiblemente conmocionada. Al final de las dramáticas escenas aparece en la pantalla una orientación: "Debe describir el filme como si hubiera estado viendo flores o niños jugando en un hermoso parque". Posteriormente una persona comienza a entrevistarla.

Este ingenioso experimento fue ideado por Ekman, experto en comunicación no verbal del Instituto de Langley Porter de San Francisco. ¿Su propósito? Determinar cuáles son los signos que nos pueden indicar que una persona está mintiendo.

A las estudiantes también le mostraron películas alegres y le realizaron la correspondiente entrevista. De esta manera se podían comparar los gestos faciales de las historias verídicas con aquellas falsas. Sabiamente, se escogieron estudiantes de enfermería para este experimento pues por su profesión, estas personas intentaban ocultar su conmoción ante el sufrimiento ajeno y la mutilación física observados en el filme, de esta forma, se esforzaban en mentir mejor.

Pero… ¿por qué fijarse solamente en el rostro? Porque los músculos de la cara son extremadamente sensibles y dejan entrever rápidamente sus emociones. Más de mil expresiones faciales diferentes son anatómicamente posibles. Para mostrar todas las expresiones que puede adquirir un rostro serían necesarias dos horas.

¿Cuáles fueron los resultados? ¿Cuáles son esos detalles insignificantes que los delatan?

Aparecieron tres categorías:

1. Aquellas que eran extremadamente hábiles para mentir por lo cual un análisis superficial de sus rostros no arrojaba ningún dato revelador.

2. Aquellas que eran aparentemente incapaces de mentir y rápidamente decían la verdad.

3. Aquellas que no mentían del todo bien.


¿Cuáles fueron los gestos reveladores? Realizaban menos gestos que los que habitualmente acompañan a una conversación: no señalaban, no daban ideas del tamaño o dirección. En fin, los conocidos gestos que nos sirven para ilustrar nuestros relatos. Estos movimientos fueron sustituidos por gestos de nerviosismo como frotarse las manos, rascarse, humedecer los labios...

Pero en sentido general, se observó que la clave, tanto para aquellas personas que son excelentes mentirosos como para aquellos que no lo son tanto, se encuentran en el inicio y fin de la sesión de mentiras. Es decir, la mayoría de nosotros sabemos fingir expresiones que denotan alegría, enojo o tristeza pero no sabemos cómo hacerlas surgir inmediatamente, cuánto tiempo mantenerlas o en qué instante deben desaparecer. El ejemplo más explícito es cuando recibimos un regalo que no nos ha gustado pero debemos fingir alegría. En este punto probablemente mostramos una sonrisa de oreja a oreja que dura media hora y, por ende, los otros descubren que es falsa.

Para comprender mejor por qué las mentiras se descubren en el rostro y a través de las emociones resultan muy aclarativas las observaciones de Damasio: los músculos de la cara pueden activarse de manera consciente o de forma automática (semiinconsciente). Sin embargo, las zonas del cerebro que participan en su activación son diversas; por lo cual, los movimientos que se obtienen son diferentes. Contando además que existen pequeños músculos que solo se activarán de forma automática, por lo cual, existen mínimos movimientos que solo podrán ser realizados si verdaderamente son sentidos por la persona.









Fuentes:
Damasio, A. R. (2001) El error de Descartes. Barcelona: Crítica.
Ekman, P. & Friesen, W. V. (1975) Unmasking. The face: a guide to recognizing emotions from facial clues. New Jersey: Prentice Hall.

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